El Ayuntamiento de A Coruña había anunciado que la plaza de María Pita acogería un mercadillo de Navidad similar a los que existen en las ciudades de Centroeuropa, pero lo que se encontraron vecinos y turistas desde el primer día en que abrieron los puestos fue una especie de feria en la que se vendían artículos que poco o nada tienen de navideños y que presenta numerosas deficiencias organizativas y estructurales.
Lo cierto es que el mercadillo navideño de A Coruña nació gafado desde el principio y es que en su primera semana de existencia tuvo que cerrar hasta dos días debido a un temporal de viento y lluvia que azotó la ciudad gallega. Los comerciantes que invirtieron importantes cantidades de dinero para tener su puesto en la plaza de María Pita confiaron en que, a partir de ese momento, todo mejoraría, pero no fue así y el escaso interés de los visitantes por los productos que se ofertaban provocó que casi todas las casetas generaran unas pérdidas que aumentaban cada día que pasaba.
Cacerolas, objetos de artesanía con muy poco de navideños e incluso un cerdo asándose al espeto son algunos de los elementos con los que se comerció en el mercado y también de los que generaron más comentarios entre los que llegaban a él pensando en encontrar figuras para el Belén o elementos de decoración para el árbol y se topaban con algo muy distinto.
Por si todo eso fuera poco, la empresa encargada de suministrar la luz al mercadillo amenazó con un corte de electricidad debido a supuestos impagos por parte de la compañía a la que el Ayuntamiento le adjudicó el proyecto y la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, puso el grito en el cielo por considerarse engañada tras jurar y perjurar que lo que a ella le habían prometido era algo muy distinto a lo que finalmente llegó a la ciudad.
¿Y a qué ha llevado todo este cúmulo de desgracias? Pues a que, a día de hoy y pese a que la fecha oficial del cierre del mercadillo sea el 2 de enero, ya han cerrado más de la mitad de los puestos debido a que los comerciantes no quieren ni pueden permitirse un sólo día más de pérdidas. De todos ellos, los que ofertan productos perecederos están entre los más perjudicados, pues mucha de su mercancía ha caducado.
El cierre definitivo del mercadillo no supondrá el fin de este cuento de Navidad convertido en pesadilla, pues, cuando hasta el último de los puestos abandone la plaza, legará el momento de depurar responsabilidades. Por lo de pronto, el Ayuntamiento ya ha dejado claro que no descarta emprender ninguna de las acciones disponibles para sancionar a la empresa, toda vez que, según el propio Gobierno local, ésta ha incumplido las condiciones pactadas.
