Hulk Hogan, una de las más míticas estrellas de la lucha libre estadounidense, ha fallecido a los 71 años debido a un infarto. Vencedor hasta en seis ocasiones del Campeonato Mundial de la WWF, el carismático luchador se convirtió en todo un icono para varias generaciones por su corpulencia y por su característico bigote pero, sobre todo, por su desempeño en el ring, donde pocos eran capaces de resistir sus llaves, sus súplex, sus puñetazos y sus patadas voladoras.
La fama le valió a Hulk Hogan, cuyo nombre real era Terry Gene Bollea, para colarse en la industria del cine y la televisión y aparecer en algunas películas y series. Especialmente recordado recordado fue su trabajo en Rocky III, en la que interpreta a un luchador presuntuoso y fanfarrón llamado Thunderlips que se enfrenta al famoso boxeador que encarna Sylvester Stallone en un combate singular con fines benéficos.
La exitosa carrera de Hulk Hogan en el wrestling contrasta con la vida desordenada y caótica que tuvo el luchador. Acostarse con la novia de su mejor amigo, con grabaciones de los hechos incluidas, una acusación de racismo por los comentarios que dirigió hacia un rapero que era el novio de su hija y su decidido apoyo a la candidatura del siempre controvertido Donald Trump hicieron que su nombre volviera a estar en los medios de comunicación en los últimos tiempos.

Con sus luces y sombras, Hulk Hogan será siempre recordado en el mundo de la lucha libre, tanto por los que lo tuvieron como rival como por los que llegaron después y lo tienen como un referente. Tampoco lo olvidarán muchos de los que fueron niños en los 80 y los 90 y admiraron a aquel tipo gigantesco de cabellera rubia y gran bigote. Algunos de esos niños, por cierto, tendrán aún guardada como un tesoro la figura del luchador que formó parte de una colección de juguetes con las estrellas del wrestling que fue todo un boom en su época.