Proteger la intimidad es algo cada vez más difícil debido a la combinación de las nuevas tecnologías con el afán controlador de las autoridades nacionales e internacionales y lo que planea hacer Estados Unidos con los turistas de países como España que lleguen a su territorio, exigir un historial de sus perfiles en redes sociales, supone un nuevo hito en esa dirección.
Más de 40 países estarían afectados por esta iniciativa que, según el propio presidente estadounidense, únicamente busca garantizar la seguridad de los ciudadanos, que se ve amenazada por la entrada en el territorio nacional de criminales disfrazados de turistas. «Solo queremos que la gente venga aquí y esté segura… Queremos asegurarnos de no permitir que las personas equivocadas entren en nuestro país», manifestó Donald Trump en una conferencia de prensa en la Casa Blanca.
España forma parte de la lista de países cuyos viajeros deberían someterse a este control si prospera la medida, como también lo hacen, entre otros, Reino Unido, Irlanda, Nueva Zelanda, Australia, Francia, Japón, Israel y Qatar. La iniciativa encabezada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) pretende examinar la actividad de los turistas bajo el Sistema Electrónico de Autorización de Viaje.
Los turistas de los países de la lista que lleguen a Estados Unidos tendrán que mostrar un historial de sus publicaciones en redes sociales correspondientes a los 5 últimos años. También deberán facilitar un número de teléfono y una dirección de correo electrónico que usen, así como otros datos personales y relacionados con su familia.
Expertos del ámbito del turismo ya han advertido de que esta medida perjudicará de forma considerable a las cifras de visitantes que llegan a Estados Unidos y, por tanto, al aporte económico de un sector para el que el año 2026, en el que se disputará la Copa del Mundo de Fútbol, era especialmente ilusionante. También han criticado la iniciativa desde la perspectiva de los derechos digitales y es que son muchos los que sostienen que la legalidad de exigir un historial de redes sociales a los visitantes es, como mínimo, dudosa.
