No hay un sólo español aficionado al fútbol que tuviera uso de razón a finales de los 80 y en los 90 del siglo pasado que no recuerde a Agustín ‘Tato’ Abadía y es que su inconfundible aspecto, calvo y con bigote, lo convirtió en todo un icono de una época del deporte rey que muchos añoran. Siempre modesto y sensato, este exfutbolista que jugó en Primera División con el Atlético de Madrid, el Logroñés y el Compostela y que en la actualidad regenta junto a su mujer una tienda de quesos en Logroño (La Casa de los Quesos) reconoce que le habría gustado poner a prueba sus habilidades bajo las condiciones que tienen los futbolistas de hoy en día, mucho mejores que en los tiempos en los que corría por la banda izquierda haciendo gala de un pundonor con el que suplía ciertas carencias técnicas que él mismo reconoce. Presidentes como Jesús Gil y José María Caneda, grandes futbolistas como Futre y Quique Setién y entrenadores míticos como David Vidal se cruzaron en la carrera de uno de los jugadores más queridos de la historia del fútbol español.
-¿Cómo lleva usted lo de ser un icono de una época del fútbol que muchos añoran?
-Sinceramente, no soy muy consciente de ser un icono ni nada parecido. Estoy en la tienda, muy abstraído del exterior y de todo ese mundo.
-Pero seguro que nota usted el cariño de la gente.
-Eso sí. La verdad es que soy muy reconocible al ser calvo y con bigote. En la calle y en la tienda, mucha gente me reconoce y me muestra su afecto.
-Por ese look suyo al que se refiere, por su humildad y por la garra que mostraba sobre el césped, ¿puede decirse que los jugadores como el que fue usted están en peligro de extinción?
-Creo que los jugadores de ahora son mejores que los de antes o, mejor dicho, juegan bastante mejor. Eso es debido a la mejora de las condiciones que tienen, que propicia que puedan ofrecer un mejor espectáculo. Imagino, en todo caso, que habrá muchos similares a lo que yo fui.
-También tiene mucho más mérito jugar con las condiciones que jugaban ustedes, a veces en campos con más barro que césped y con viajes mucho más largos y tediosos, que como lo hacen los futbolistas de hoy en día.
-Claro, por eso no se pueden comparar las épocas. No podemos saber cómo habríamos jugado nosotros con las condiciones de ahora y tampoco sabemos cómo lo harían los futbolistas actuales con las que teníamos en nuestra época. Yo siempre digo que nosotros teníamos una carretera local y ahora ellos tienen una autopista. Si uno tiene un coche muy bueno, si además tiene una buena autopista para circular con él, mejor que mejor. Si tiene que ir ese mismo coche por una carretera comarcal, no desarrollará todo su potencial. Ahora, si un futbolista nota que el césped está en mal estado, automáticamente ya se está quejando. Que si no se puede jugar, que si crea inseguridades, que si afecta al juego… Por todo esto no se puede comparar a los futbolistas de hoy con los de mi época al ser el entorno totalmente diferente.
«Siempre jugué con las cartas que tenía y con esas cartas traté de hacerlo lo mejor posible»
-Los futbolistas se quejan hoy del césped en campos que, a buen seguro, están mucho mejor que algunos en los que a usted le tocó jugar.
-Sí que es algo que pienso, pero creo en los chicos que juegan ahora y pienso que son muy buenos y que lo hacen muy bien. Eso sí, pienso que compañeros de mi época lo harían tan bien o mejor que ellos si tuvieran esas condiciones que hay ahora y que antes, como he dicho, no teníamos.
-Dejando al margen la cuestión económica, ¿cambiaría usted haber jugado en su época por jugar en la actual?
-Sí, habría cambiado. Y no tanto por lo económico sino, sobre todo, por las condiciones del césped. Tener estos verdes que hay ahora habría sido para mí un gran alivio, porque era un jugador que no tenía eso que se conoce en el fútbol como habilidad e intentaba jugar casi siempre de primeras. Creo que tener campos con buen césped habría favorecido mucho mi juego. Antes, los jugadores habilidosos eran más necesarios porque, a veces, para controlar un balón casi había que pegarle un tiro. La gente con habilidad podía salir de esas dificultades aunque el rival apretara.
-¿Le gusta a usted seguir el fútbol como aficionado?
-Sí. Veo todo el fútbol que puedo.
-¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta del fútbol actual?
-Lo que más me gusta es la rapidez con la que se juega. Creo que hoy se hace un juego rápido y vistoso. Lo que menos me gusta es que casi todos los futbolistas, en cuanto se les presenta una dificultad, lo primero que hacen es mirar al banquillo para tratar de resolverla. Antes, nosotros intentábamos resolverlas por nosotros mismos porque éramos capaces de tomar decisiones y de asumir nuestros errores cuando llegaban. Ahora es muy difícil que un futbolista sea capaz de tomar esas decisiones y parece que todo lo tiene que decidir el entrenador. Esa es mi opinión, la de que el que está en el campo es el futbolista y la de que es él quien tiene que tomar las decisiones, aunque a veces sean erróneas. Un buen entrenador debe fomentar eso y defenderlo. Lo que un futbolista aprende cuando toma una decisión errónea ya no se le olvida. Dicho de otra forma, creo que el futbolista de ahora se esconde mucho en los banquillos.
«Creo que los jugadores de ahora son mejores que los de antes o, mejor dicho, juegan bastante mejor debido a la mejora de las condiciones que tienen. Nosotros teníamos una carretera local y ellos, ahora, tienen una autopista»
-Circula un rumor acerca de un partido en el que usted, cuando militaba en el Compostela, jugó lesionado durante 70 minutos e incluso marcó un gol.
-Eso es falso y tengo que desmentirlo. Circula ese rumor de que yo jugué ese partido con el astrágalo roto y eso no es cierto. No podría hacerlo. Además yo era muy cobarde, era un miedoso. Es una percepción errónea sobre mí. A veces la gente me percibe como un jugador duro que daba muchas patadas y nada más lejos de la realidad. Yo era más bien un miedoso y un cagón. Eso sí, me quejaba poco de los golpes porque me gustaba jugar todo lo posible.
-Futre en el Atlético de Madrid, Quique Setién en el Logroñés, Fabiano en el Compostela… Compartió usted vestuario con muchos grandes futbolistas. De todos ellos, ¿cuáles le impresionaron más?
-Podría decir muchos. Manu Sarabia, seguro; Quique Setién, que tenía muchísimo carácter aunque no lo pareciera… Un jugador que era muy bueno pero que, en mi opinión, no quería ejercer liderazgo es Nacho, que fue compañero mío en el Compostela. Siempre quería estar en un segundo plano y a mí me habría gustado que se hubiese implicado más para ser un verdadero líder, pero como futbolista, cuando yo coincidí con él en Santiago, estaba en un momento espectacular y me parecía un jugador fantástico. Todo el mundo se acuerda de Fabiano en aquel Compostela, pero no hay que olvidarse de Nacho. También mencionaría a Manolo, del Atlético de Madrid, y a Donato, con el que también coincidí en el Atlético y que después fichó por el Dépor. Donato era un jugador tremendo.
-El gallego Nacho, uno de los futbolistas que usted mencionó, fue noticia por negarse a jugar con la selección española por motivos políticos y, en concreto, por ser independentista.
-Él es, o al menos lo era en aquel momento, una persona un poco especial que tenía unas ideas que quizás entonces no estábamos acostumbrados a ver a menudo. Eso yo lo respeto, pero si le tengo que poner un defecto a Nacho es el de que se implicaba poco en relación a lo que debería por la importancia que tenía en el Compostela. Seguro que él está en desacuerdo y diría que ya se implicaba lo suficiente, pero ésta es mi opinión y lo que yo percibía. Pese a eso, tuvo dos años que estuvo excelso y en los que fue, sino el mejor, uno de los mejores laterales izquierdos de España.
«Yo era un jugador que no tenía eso que se conoce en fútbol como habilidad e intentaba jugar casi siempre de primeras»
-¿Qué supuso para usted tener de presidente a Jesús Gil y qué recuerdo tiene de él?
-No puedo hablar ni quiero. Diré simplemente que era una persona difícil. Para como soy yo, muy difícil.
-¿Y de Caneda?
-Con Caneda creo que me entendía muy bien, aunque también era una persona muy peculiar.
-¿Y de David Vidal como entrenador?
-Estuve con él dos años y medio en el Logroñés. Deportivamente creo que lo hizo bien y, como persona, era un poco agotador. Es un entrenador que insiste mucho y es un poco especial, pero hicimos las cosas muy bien con él. Yo creo que todos somos un poco especiales, aunque algunos, como David Vidal, lo expresan mediáticamente mucho más.

-Antes le pregunté por los futbolistas que fueron sus compañeros y ahora toca preguntarle por sus rivales. ¿Cuál de ellos le impresionó más?
-Pues el jugador que más me impresionó fue Jean Tigana, al que me enfrenté en un partido amistoso disputado en Logroño. También me impresionó mucho Rabah Madjer, que fue compañero de Futre en el Oporto y que jugó también en el Valencia. Me parecía un jugador tremendo.
-¿Y qué estadio le impresionó más?
-Nunca me paré a pensarlo. La verdad es que me gustaba jugar en cualquier estadio que estuviera bien. Podría decir que el Bernabéu, el Camp Nou, el Vicente Calderón, pero si tengo que elegir uno creo que sería San Mamés por el modo en que empujaba la gente, por cómo se ponía la gente detrás del equipo. Sí, ahora que lo pienso, me quedo con San Mamés. Aunque yo, como jugador visitante, lo padecía, era algo bonito y agradable.
«Lo que un futbolista aprende cuando toma una decisión errónea ya no se le olvida»
-¿Qué sueño le quedó por cumplir en el fútbol?
-No lo sé. No tengo yo ninguna frustración por cosas que me quedaran por hacer, ni siquiera por no haber sido internacional, que es algo que dirán muchos compañeros. Me tomo la vida como llega y no pido jugar unas cartas que no tengo. Siempre jugué las cartas que tenía y con esas cartas traté de hacerlo lo mejor posible. Sí que tenía de niño el sueño de ser futbolista y se cumplió. Quizás, si tuviera que decir algo que me habría gustado sería el haber podido disfrutar más del fútbol con mi padre, poder estar con él y discutir sobre los partidos, porque era un gran aficionado. Cuando empecé en el fútbol me fui a vivir a otros sitios y ya no pude pasar tiempo con él. La verdad es que por teléfono no éramos tan habladores como cuando nos veíamos. Mi padre era un gran futbolero y una persona muy sensata. Me habría gustado tener más conversaciones cara a cara con él cuando yo ya era futbolista.
-En su época de futbolista no había móviles ni redes sociales, aunque eso también les ahorraba la tarea de estar pendientes de lo que aparece en ellas.
-Bueno, yo ahora tampoco estoy pendiente porque no tengo redes sociales. No quiero que me creen más obligaciones de las que ya tengo.
-Y eso que los perfiles y grupos de redes sociales de los futboleros más nostálgicos lo tienen a usted muy presente. Hasta hay un canal que se llama El Bigote de Abadía.
-Sí, ese canal lo crearon unos chicos de Santander que pasaron por aquí para preguntarme si me importaba que le pusieran ese nombre. Hacen un programa de radio y, aunque no los sigo, me parecieron unas personas muy agradables y sensatas. No creo que hagan nada inconveniente así que lo del nombre no me importa. Es algo que está ahí y no me preocupa mucho. Me pasa un poco como cuando era futbolista, cuando aunque un periodista publicara una mala crónica para mí o me criticara yo no llamaba para protestar.
«Hay gente que me percibe como un jugador duro que daba muchas patadas y nada más lejos de la realidad»
-¿Hacían eso de llamar a los periodistas para protestar muchos de sus compañeros?
-Sí, ya te digo yo que sí. Me consta y lo sé.
-¿Cree que con tanta mercantilización del mundo del fútbol, que llega al punto de que se disputen partidos de competiciones españolas en el extranjero, se les está quitando protagonismo a los aficionados?
-Es una pregunta complicada.
-Se lo pregunto de otra forma, ¿qué les habría parecido a usted y a sus compañeros en su época que les dijeran que se tenían que ir a jugar un partido, por ejemplo, a Arabia Saudí?
-Sinceramente no lo sé, porque no tengo ese contexto. Es muy difícil ponerse en esa situación. Imagino que nos habría gustado, del mismo modo que nos gustó cuando nos llevaron por primera vez a la pretemporada fuera de España. Además, son cosas en las que los futbolistas no teníamos capacidad de decisión e imagino que ahora ocurre lo mismo. Te dicen que tienes que ir jugar a Miami, pues tendrás que ir a jugar a Miami.
-Pero hay cosas que en este nuevo fútbol se han perdido, como los míticos torneos de verano que tanto prestigio tenían y que, ahora, o desaparecieron o no son ni la sombra de lo que fueron.
-Sí, es verdad, pero los tiempos cambian y también surgen otras cosas, como el Campeonato del Mundo de Clubes Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes pero hay que adaptarse a la época que a uno le toca vivir. Cada época tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas, pero no se pueden comparar unas con las otras. Es como si se le preguntara a Leonardo da Vinci qué opina de los artistas actuales o de los del Siglo XX. Leonardo da Vinci era un fenómeno en su época e hizo unas cosas increíbles con los recursos que tenía, pero si los ponemos a él o a otros de su tiempo en la época actual igual no sabían qué hacer o no se adaptaban. ¡Vete a saber! Creo que tenemos que dejarnos de comparar, aunque sí podamos opinar si algo en concreto nos gusta más en una determinada época. Yo pongo hoy un partido de fútbol y disfruto como un enano al ver lo bien que juegan.
«Aunque un periodista publicara una mala crónica para mí o me criticara, yo no llamaba para protestar»
-Comenta usted que los futbolistas tienen muchos más recursos que en su época para desarrollar su actividad profesional pero, paradójicamente, cada vez protestan más por cuestiones como el exceso de partidos, los viajes, el césped… ¿Cree usted que se han vuelto un poco quejicas?
-Está claro que tienen más facilidades: más y mejores medios para viajar, plantillas más largas, campos en mejor estado… Antes, por ejemplo, había menos cambios, así que, aunque hubiera menos partidos, el cansancio era el mismo o mayor, porque había muchos futbolistas que jugaban todos los partidos y que los jugaban enteros. Son tiempos distintos, efectivamente, pero nosotros nos quejábamos, ahora se quejan y en un futuro se quejarán, aunque los motivos de las quejas cambien. Siempre hay cosas que se pueden mejorar. Las cosas cambian y no se acierta siempre a la primera.
-¿Qué opina usted del VAR? ¿Le habría gustado que existiera en su época de jugador?
-Tal y como se utiliza no. Creo que sólo debería intervenir en los errores que no son técnicos, por ejemplo en un gol cuando el balón no ha entrado o en un fuera de juego que existe y no se pita. Pero en penaltis y otras cuestiones que dependen del juicio del árbitro creo que el VAR no debería entrar. El VAR no puede entrar en cada jugada. Es un lío para el árbitro, para los jugadores y para los aficionados. Con las manos pasa mucho. Yo creo que hay que pitar aquellas manos que el árbitro crea que son voluntarias. Igual que hay jugadores buenos, malos y regulares, hay árbitros buenos, malos y regulares y eso es y debe ser parte del fútbol. Tenemos que saber aceptar las equivocaciones de los árbitros. Es jodido, pero hay que aceptarlas. Es que además, si los partidos se están parando continuamente, yo me pongo a ver otro deporte.
-Ahora se habla mucho del racismo y de los insultos en los estadios. ¿Se insultaba mucho en su época?
-¡Qué te voy a contar! Recuerdo un partido contra el Rayo Vallecano cuando yo estaba en el Atlético de Madrid que me tuve que poner el chándal y resguardarme porque me decían de todo y me caía de todo. Es algo que ni estaba bien antes ni lo está ahora, pero creo que no podemos pasar de un extremo a otro.
«No me gusta el VAR tal y como se utiliza. Creo que sólo debería intervenir en los errores que no son técnicos, como en un gol cuando el balón no ha entrado o en un fuera de juego»
-Quizás los futbolistas de ahora tienen la piel más fina.
-A lo mejor antes lo teníamos más normalizado y cuando alguien tiene algo normalizado le afecta menos. Es que antes también insultaban los entrenadores. Ahora, en cambio, no puedes insultar ni a un niño, porque igual va y te denuncia por malos tratos. Son hechos que no se pueden sacar de contexto y que en mi época se permitían y ahora no se permiten. Antes, si un padre le pegaba un tortazo a su hijo porque hacía algo mal lo estaba educando y, ahora, si pasa lo mismo igual hay hasta te denuncian. El contexto es algo muy importante y ha cambiado mucho. Podríamos también entrar en una cuestión tan polémica como el beso de Rubiales a Jenni Hermoso, que mira la que se lio. Cuando eso parece normal, no pasa absolutamente nada, ahora bien, cuando se empieza a decir que es algo malo e intolerable…


-¿Comparte sus historias y anécdotas de fútbol con sus hijos?
-A mis hijos no les gusta el fútbol para nada, así que no. Rara vez me he sentado a ver un partido con ellos. Con mis sobrinos y con mis tíos sí, pero con mis hijos nada.
-¿Dónde suele usted ver el fútbol?
-Antes iba al estadio a ver al Logroñés, porque solía jugar los domingos a las cinco y los horarios de la tienda me lo permitían. Ahora, como cambian tanto de horario, voy menos al campo. Siempre que puedo me acerco. Eso sí, tengo unos amigos tertulianos estupendos.
-¿Qué le parece el fútbol femenino?
-Está avanzando y va dando pasos importantes. Dentro de su categoría y dentro de su nivel, creo que ha progresado bastante. Cuando su técnica mejore todavía más, creo que podremos ver unos espectáculos muy buenos. Ya ahora se ven partidos muy bonitos y, a medida que mejoren, veremos todavía más.
«A mis hijos no les gusta el fútbol para nada y rara vez me he sentado con ellos a ver un partido»
-Hábleme de la tienda de quesos que regenta. ¿Cómo le dio por ahí?
-Fue cosa de mi mujer, que es muy comercial y le gusta mucho tratar con la gente. Ahora es una tienda degustación y estamos encantados. Trabajo mucho, pero es lo que hay.
-Entiende más de fútbol o de quesos.
-Creo que de ninguna de las dos cosas (risas).
Test rápido a Agustín Abadía
-Una ciudad.
-Logroño.
-Una comida.
-Carrilleras.
-Un libro.
–La oración de la rana, de Anthony de Mello.
-Una película.
–Alguien voló sobre el nido del cuco.
-Un grupo de música o músico.
-Van Morrison.
-Una canción.
–Sentir, de Luz Casal.
-Un personaje histórico.
-Leonardo da Vinci.
-Una afición.
-No tengo ninguna especial.
-Una fobia.
-Las serpientes… y también las agujas.
-¿Messi o Cristiano Ronaldo?
-Messi.
-¿Maradona o Pelé?
-Maradona.
-¿Mourinho o Guardiola?
-Guardiola.
-¿Jesús Gil o José María Caneda?
-Caneda.
-¿Logroñés o Compostela?
-Los dos.