Alfonso Trillo, director del colegio Santa María del Mar de A Coruña: «La educación no es neutral ni lo puede ser nunca»

Alfonso Trillo

Promover el buen uso de las nuevas tecnologías en el aula, lidiar con los perniciosos efectos de las redes sociales sobre adolescentes y jóvenes, brindar la atención que merecen a los alumnos con necesidades especiales de aprendizaje y formar en los valores religiosos de la Compañía de Jesús en una sociedad cada vez más laica y materialista son algunos de los retos que afronta el director del colegio Santa María del Mar de A Coruña, Alfonso Trillo, con la ayuda de su equipo de profesores y personal no docente. Firme defensor de la convivencia de la enseñanza pública y la concertada en el sistema educativo y del derecho de los padres a elegir el tipo de formación que quieren para sus hijos, el máximo responsable de este centro de los jesuitas con una larga tradición académica sostiene que el principal objetivo de la educación es formar a buenos ciudadanos y que, precisamente por eso, nunca puede ser neutral.

-¿Cómo se presenta el curso que acaba de comenzar?

-Como todos los de los últimos cuatro o cinco años. Con muchas incógnitas a nivel normativo, porque llevamos muchos años con cambios legislativos que entorpecen un poco la programación y la puesta a punto de las diferentes asignaturas. Ahora mismo, entorpece mucho todo lo relacionado con el trato que se le debe dar a las pantallas digitales en el aula, que es un tema sobre el que hay muchos artículos serios de un lado y del otro y también muchos que no lo son. A nivel aula, tenemos una reducción del ratio de alumnos que está incorporándose poco a poco. En Infantil hemos pasado de 25 alumnos por clase a 20 y eso conlleva una clara ventaja en el aula pero nos obliga a decirles a muchas familias que demandan una plaza que ya no hay sitio, lo que siempre supone un disgusto. Sorprende que hay un elevadísimo número de alumnos con dificultades en el aula, que es algo que afecta a todos los colegios, pero sorprende aún más que la Consellería no proporcione recursos para poder atenderlos correctamente. Para atender esa necesidad, la reducción de ratio no ayuda. Hay cada vez más alumnos con trastornos del espectro autista o con diagnósticos de déficit de atención y no tenemos todos los recursos necesarios para atenderlos. A un colegio concertado como el nuestro, todo lo que nos dan es un profesor de Audición y Lenguaje y uno de Pedagogía Terapéutica, para Infantil y Primaria, y un orientador para Secundaria.

-¿Qué novedades han llegado al colegio Santa María del Mar?

-En la parte organizativa, hay una nueva dirección de Primaria, porque dejó el cargo Maricarmen Cacharrón, tras más de una década en él, y entró José Gómez, que aunque no lleva mucho tiempo en el colegio está muy bien preparado y afronta el reto con muchas ganas. Nos ha dejado también el Padre Beni Álvarez, que ha sido nombrado socio del Provincial de España, quedando con ello dos huecos: el de Superior, que asume Toni Caballero, y el del Departamento de Pastoral, que asume María Noel Lamelas Otro cambio es el de la desaparición del uniforme tradicional, pues este es el primer curso con el uniforme nuevo. Entiendo que muchos alumnos y antiguos alumnos no se sientan identificados con el nuevo uniforme, porque carece del escudo del colegio, pero los centros de la Fundación optaron por una imagen común para reforzar la identidad de la Compañía de Jesús sacrificando para ello parte de la identidad individual de cada uno de los colegios. Me consta que ha sido algo doloroso para todos los colegios, no sólo para el Santa María del Mar.

-Seguro que también ha sido doloroso para usted.

-Voy a ser muy sincero. Yo llevo mal que se pierda parte de la identidad de Santa María del Mar. Es una cuestión emocional y de la nostalgia viven muchas personas. Yo no soy una persona nostálgica, pero puedo compartir ese sentimiento y cierto dolor hay. Dicho esto, también entiendo que la Compañía tenga la necesidad de crear una imagen fuerte. Mucha gente no asociaba el colegio a la Compañía de Jesús y, de hecho, a diferencia de lo que ocurre con casi todos los centros religiosos de A Coruña, no se le conoce por el nombre de la orden sino simplemente como Santa María del Mar. Lo de Jesuitas es algo que aparecía a veces en el subtítulo y en pequeño. Eso pasa en muchos de nuestros colegios y había mucho interés por parte de la Compañía en que la palabra Jesuitas figurara como parte importante.

«Sorprende que hay un elevadísimo número de alumnos con dificultades en el aula, que es algo que afecta a todos los colegios, pero sorprende aún más que la Consellería no proporcione recursos para poder atenderlos correctamente»

-Hay un debate de actualidad sobre la dicotomía entre la educación pública, por una parte, y la privada y la concertada, por otra. Cómo director de un colegio concertado, ¿por qué cree que es necesario que exista ese modelo educativo?

-Soy un defensor de la concertada, pero también de la pública. No contemplo que una de las dos pueda desaparecer. Creo que las familias tienen derecho a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos. No es lógico que un niño tenga que ir a un colegio sólo por el hecho de que sus padres vivan en una zona determinada. No es lógico, por ejemplo, que por la zona alguien tenga más puntos para ir a los Franciscanos que para ir a los Jesuitas, porque aunque los dos colegios son religiosos, cada uno tiene sus peculiaridades. Por otra parte, no nos engañemos: los colegios concertados, sean o no religiosos (porque no todos lo son), tienen un proyecto educativo que mantienen; mientras que los proyectos de los centros públicos dependen mucho de cuestiones como los cambios y los destinos del profesorado o de la implicación de las APAS,. En contra de lo que muchas veces se dice, para las administraciones públicas es mucho más barato tener un alumno en la concertada que tenerlo en la pública. La administración pública cubre sólo el sueldo de algunos profesores y da una cantidad fija por aula que, en casos como el nuestro, ya se ha gastado. Nosotros no podríamos hacer las reformas que hemos hecho, mantener las aulas limpias o pagar la calefacción en invierno sólo con el dinero que nos da la administración en concepto de otros gastos. Creo que el hecho de que exista una educación variada que permita que los padres puedan escoger y que los alumnos puedan desarrollarse bajo el modelo que su familia tiene en la cabeza es de justicia. E insisto: somos mucho más baratos para la administración que la educación pública.

-¿Cree que la educación está cada vez más politizada?

-No y no es malo que esté politizada. La palabra política viene de polis, de la gestión de la ciudad. Por supuesto que tiene que haber alguien que gestione la educación que hay en un país, porque lo contrario sería que cada colegio decidiera lo que enseña, cuándo lo enseña y cómo lo enseña y eso no sería lógico. Otra cosa muy distinta es que se utilicen las aulas para hacer política.

-Por ahí iba más mi pregunta.

-Bueno, también es verdad que hay muchas formas de hacer política. La gestión tiene que existir y tiene que haber alguien responsable, otra cosa es que un profesor, una APA o un sindicato estudiantil decida poner en marcha o prohibir un determinado programa educativo. Hay que tener en cuenta que uno de los objetivos de los colegios es enseñar a los chavales a ser buenos ciudadanos y eso es hacer política. Lo que pasa es que tenemos que tener mucho cuidado con el sesgo que se le da a eso. La educación no es neutral ni lo puede ser nunca. No enseñamos sólo matemáticas, gramática o inglés, sino que lo hacemos sobre algo. Si no fuera así, seríamos academias.

-Pero en ese formar a buenos ciudadanos siempre habrá puntos de encuentro comunes entre unas y otras ideologías que puedan enseñarse sin caer en un excesivo adoctrinamiento político.

-Es que es imposible que no se incline hacia un lado o hacia el otro la balanza. Por ejemplo, creo que estamos todos de acuerdo en que lo que está pasando en Gaza es una matanza, por más que podamos ponerle uno u otro término para definirlo, pero en seguida entramos en politizar. Yo puedo ser muy crítico con la situación en Gaza, pero en el momento en que lo convierto en una herramienta política para atacar a determinados partidos ya es más dudoso. Es la diferencia entre educar para y educar contra. Estar a favor de la paz y trabajar para la paz es política, lo que no podemos es convertir esa idea y ese fin en política partidista. Un colegio no puede hacer política partidista.

«Entiendo que muchos alumnos y antiguos alumnos no se sientan identificados con el nuevo uniforme, porque carece del escudo del colegio»

-Pero tratar unos temas y no otros también puede ser algo partidista. Se habla mucho de Gaza y muy poco, por ejemplo, de las matanzas de cristianos en África.

-Es que lo otro no vende, porque las matanzas en Nigeria y en otros muchos países africanos no nos afectan directamente. Es como si ocurrieran en otro plano vital. Nosotros tenemos hermanamientos con colegios africanos y sí que tratamos esa situación, porque lo que viven los cristianos en esos países es terrible, pero es algo que no sale en los medios de comunicación, como tampoco salen las hambrunas que sigue habiendo. Queremos vivir tranquilos y todo eso, ahora mismo, no vende.

-El antisionismo y el antisemitismo vinculados al conflicto de Gaza, en cambio, sí que venden.

-Venden y dan votos.

-¿Y no intentan los políticos llevar esos temas de su agenda a las aulas?

-Pero no sólo los políticos, también los sindicatos, algunas ONG… La influencia de los sindicatos estudiantiles en muchos colegios es patente.

-Usted fue profesor de religión y es el director de un colegio de la Compañía de Jesús. ¿Por qué diría que es importante que los alumnos, como futuros ciudadanos, adquieran conocimientos religiosos en su formación?

-Voy a dar una respuesta doble. Por un lado, hay una serie de cuestiones de cultura general que cualquier ciudadano tiene que conocer y nuestra cultura occidental es judeocristiana. Ir al Pórtico de la Gloria y no saber lo que está representado en él dice poco de la cultura de la persona y lo mismo pasa si se va al Museo del Prado y se desconoce la temática de los cuadros. Por otra parte, en un colegio como el nuestro, como ocurre con el resto de los centros de la Compañía de Jesús, el objetivo principal no es transmitir conocimientos de matemáticas o de lengua, porque eso hay muchos otros colegios que también lo hacen muy bien. El objetivo principal de nuestros colegios es la evangelización. Si en algún momento, a algún político de turno se le ocurriera prohibir los símbolos religiosos, la enseñanza de la religión o hacer pastoral, este colegio dejaría de tener sentido. La Compañía de Jesús tiene ahora mismo 68 colegios en España porque son obras apostólicas.

-Mucha gente que está en contra de la enseñanza de la religión quizás no tiene esa cultura religiosa.

-Se produce una paradoja. A la gente le gusta mucho saber de los mitos clásicos, pero no creo que haya ningún creyente en Zeus y en los otros dioses de la Grecia Clásica. Sin embargo, muchos presumen de no saber nada de lo que nos configura como sociedad y como cultura. Celebramos la Navidad y no sabemos por qué, tenemos la Semana Santa y no sabemos para qué… Es que es una cuestión cultural.

-Redes sociales, influencers, cultura de la inmediatez… Con todos esos elementos, ¿es cada vez más difícil educar y formar en valores a los alumnos?

-Mucho más. Me parece un tema fascinante, no sólo desde el punto de vista educativo sino también desde el sociológico y el psicológico. En psicología, está generando ya grandes problemas en terapia. Cada vez hay menos tolerancia a la frustración. Sólo el hecho de que no te pongan un me gusta, ¿a qué te lleva? Las redes sociales, mal utilizadas, son muy malas. Bien utilizadas, ayudan en algunas cosas. Para los alumnos son un cometiempo. Aquí hay alumnos de Segundo de Bachillerato, la mayoría, que reconocen usar el móvil dos horas y media o tres diarias para cosas de utilidad dudosa. Y a ellos les parecen pocas. Ya no es sólo lo que hacen, sino lo que dejan de hacer. En las redes sociales hay de todo, es el Salvaje Oeste. Pueden encontrarse cosas maravillosas que te enriquecen como persona y también muchas tonterías e incluso elementos peligrosos. No todo el mundo sabe gestionar eso y a los jóvenes les cuesta aún más, aunque es cierto que también hay adultos con ese problema. Es habitual que lleguen aquí al colegio familias que, mientras están hablando conmigo o con un profesor, están atendiendo al móvil. A mí me gusta mucho ir al cine, aunque cada vez menos, y me llama la atención ver que un porcentaje importante de la gente está con el teléfono mientras ve la película. O los conciertos con la gente grabando para decir «yo estoy aquí». Las redes sociales son cada vez más la vida real, pero es una vida real bastante vacía.

«Para las administraciones es mucho más barato tener un alumno en la enseñanza concertada que en la pública»

-¿Cuál es la política del colegio Santa María del Mar con los móviles y las tablets?

-Con los móviles, política 0. No entran. La normativa gallega actual prohíbe el uso del móvil en los colegios, aunque nosotros ya lo habíamos prohibido antes. Lo que ocurre es que es imposible saber si un chaval trae o no trae el móvil, porque los alumnos tienen bolsillos, tienen mochilas, tienen taquillas… Incluso si nos aseguramos de que dejan el móvil en un sitio, puede ser que tengan un segundo móvil. Con respecto a las tablets y a los ordenadores, hay que decir que son los grandes perjudicados por las legítimas preocupaciones de padres y profesores. El mal uso de un ordenador puede ser muy perjudicial, pero también es cierto que el buen uso puede ayudar mucho al aprendizaje. Yo soy defensor del uso de tablets y ordenadores en el aula a partir de cierta edad y con un control férreo, que no siempre es fácil de conseguir.

-¿No hace la tecnología que se pierdan un poco la relación directa y el diálogo entre profesores y alumnos?

-No se pierden siempre que se utilice un modelo híbrido. Yo, en clase, uso muy poco la tablet, pero uso mucho la pantalla. Hay muchos artículos que inciden en que se aprende mucho más cuando lo que se escucha se acompaña de una imagen. Lo que sí que hay que tener es un uso muy cuidadoso de eso. La pantalla no puede sustituir al profesor. Hay que saber también escoger las imágenes y los fragmentos de vídeo. La asignatura de inglés, por ejemplo, es una de las que más se benefician de las nuevas tecnologías, porque puede haber una clase con 30 alumnos que podrían agruparse en seis niveles distintos. Gracias al uso del audio y del vídeo, cada uno de los alumnos puede avanzar a su ritmo. Eso ocurre, en mayor o menor medida, en casi todas las asignaturas. Dicho todo esto, el uso de la tecnología no puede provocar que se pierdan otras habilidades. La lectura, por ejemplo, tiene que ser en papel, porque el cerebro no funciona igual cuando se lee en papel que cuando se lee en pantalla. Las tablets son para lo que son y, desde luego, siempre con la libreta. Aquí en el colegio tenemos prohibida la escritura en la pantalla y no se permite el uso ni de los teclados ni del lápiz electrónico. Y el móvil, ni como diccionario. Yo nunca uso el móvil para trabajar, salvo para consultar los correos electrónicos. Por no tener, no tengo ni grupo de WhatsApp con el equipo directivo. El móvil es para una serie de cosas muy determinadas y yo, como herramienta de trabajo en un colegio, no lo concibo. Y no se puede decir que a mí no me guste la tecnología. Fíjate que, cuando cumplí 14 años, mi abuelo me quería regalar una moto y yo le dije que, en vez de la moto, me regalara un ordenador. Cualquier teléfono de hoy en día tiene más memoria que aquel ordenador pero, insisto, no es una herramienta de trabajo en un colegio.

-¿Cree que los adolescentes y jóvenes de hoy en día tienen menos cultura general y menos interés por cuestiones sociales y políticas que los de épocas anteriores?

-No lo sé. Es que la cultura de su generación y, por ejemplo, la de la mía son totalmente distintas. Un compañero que es jesuita, Pablo Guerrero, cuando habla de la sociedad de hoy en día menciona siempre al autor de un texto romano que ya se quejaba de que los jóvenes de su época ni respetaban a los mayores, ni los valores de sus padres, ni sabían nada de su cultura… Yo creo que lo que ocurre es que tienen una cultura distinta.

«Si en algún momento, a algún político de turno se le ocurriera prohibir los símbolos religiosos, la enseñanza de la religión o hacer pastoral, este colegio dejaría de tener sentido»

-Pero los profesores de Lengua se llevarán las manos a la cabeza cada vez que escuchan decir bro.

-Mis hijos no dicen bro, pero es una cultura distinta. No saben nada de música de la que me gusta a mí, pero yo tampoco sé nada de la que les gusta a ellos.

-Pero cuando mis compañeros y yo estudiábamos, casi todos sabíamos perfectamente quiénes eran Mozart y Beethoven, por mucho que escucháramos Nirvana, Oasis o Metallica.

-Es que son culturas distintas, créeme. Yo no puedo decir que tengan una cultura inferior a la que tiene mi generación, aunque sí es cierto que tenemos conocimientos totalmente distintos. Desde luego, socialmente tienen mucho más desparpajo los jóvenes de ahora que los de mi generación. No les da ningún miedo viajar al extranjero o iniciar situaciones familiares de una manera que antes veríamos extraña. Los tiempos han cambiado y los colegios no han cambiado tanto. Son hijos de su tiempo.

-¿No cree que los jóvenes (y los no tan jóvenes) viajan cada vez más y, sin embargo, conocen cada vez menos sobre los lugares que visitan?

-Pues yo no veo mucha diferencia. Yo fui a Roma por primera vez en el año 1989, a ver al Papa con una excursión de tres autobuses con gente de diferentes parroquias de A Coruña. Te aseguro que una parte importante de la gente que fue a aquel viaje tampoco es que tuviera demasiado interés por visitar la Capilla Sixtina y no sabía quién era el paisano con unas llaves en la mano que estaba representado con una escultura gigante ni de qué estilo es la plaza de San Pedro. Gente con mayor y con menor interés cultural la ha habido siempre. Somos la sociedad que más ejemplares ha comprado del Quijote y también la que menos se lo lee. Todo el mundo tiene un Quijote en casa, pero ¿cuántos se lo han leído? Yo no puedo decir que la de ahora sea una generación con menos inquietudes que la mía, porque tampoco puedo decir que generación se lo comiera todo. Al contrario, cuando llegábamos a 8º de EGB, lo que hoy es 2º de la ESO, muchos salían del sistema educativo, porque ya se podía trabajar con 14 años, porque había un servicio militar al que se podía ir ya con 16, porque había una FP a la que iban los que no aprobaban… Los que se mantenían en el sistema educativo en BUP eran los que estaban interesados en ese aprendizaje más formal y más estructurado. En el año 1995, el sistema cambió y ahora hay mucha gente que sigue porque no le queda otro remedio, lo que puede hacer que, en algunos casos, el interés pueda parecer menor.

«El uso de la tecnología no puede provocar que se pierdan otras habilidades»

-Pero es mucha la gente que tiene la sensación de que la formación académica era mucho más exigente antes, cuando existían BUP y COU, que ahora.

-Coincido en parte. Sí que es cierto que había más contenidos conceptuales, eso es así, pero también lo es que había menos contenidos procedimentales, porque ya se daban por hecho. En 2º de BUP no se le enseñaba a nadie a escribir, o el alumno llegaba con eso de serie o ya quedaba con esa carencia. Es que la gente antes caía y sólo seguían los que tenían interés en seguir. Con todo, el mayor porcentaje de los alumnos del colegio tienen interés, tienen su cultura y tienen sus conocimientos, aunque es cierto que están en una sociedad muy mediatizada por las redes sociales y por una cultura fungible de que lo que hoy importa mañana ya no y de que lo importante no es vivir la experiencia sino decir que la has vivido. Pero antes tampoco se hacían tantas cosas. Los chavales de hace 20, 30 o 40 años no hacían tantas cosas como hacen los de ahora. Hay chavales que se meten unas jornadas tremendas, que entran aquí a las ocho menos cuarto de la mañana, se van a las seis menos cuarto porque tienen extraescolares y, después, tienen más extraescolares y el fin de semana también tienen actividades que les buscan sus familias porque sino parece que les fallan. Están sobreexpuestos a una gran cantidad de actividades que también generan cultura. ¿Puede que crean que Quevedo es sólo un cantante? Sí, pero se manejan mejor en idiomas, no tienen miedo a viajar, tienen habilidades tecnológicas que la gente de antes no tenía salvo contadas excepciones, saben tocar instrumentos musicales… El problema es que, tanto en los colegios como en la universidad, parece que queremos que sean como hace 30 años. Antes querían todos querían ser futbolistas y toreros y, ahora, quieren ser influencers y youtubers.

-¿Le resulta más fácil lidiar con los alumnos o con los padres?

-Depende de qué padres y depende de qué alumnos.

-¿Pero con cuáles discute más?

-Yo no quiero discutir. Hay momentos de entrevistas, con alumnos, con padres y también con profesores, en los que lo que hay es una exposición de hechos y, cuando no es posible llegar a acuerdos, mi frase es la de «ni me vas a convencer, ni pretendo convencerte». Las situaciones son las que son y yo no las puedo mirar desde otra óptica y ellos tampoco. Hay una imagen muy ilustrativa de esto y es la de un 6 dibujado en el suelo que ven dos personas desde puntos opuestos, de forma que una ve un 6 y la otra ve un 9 y las dos tienen razón. Yo, como director, no puedo cambiar de sitio. Sí es cierto que hay entrevistas con chavales complicados y con familias complicadas, pero la gran mayoría de las entrevistas que mantiene la dirección son positivas.

-¿Hay casos de bullying en el colegio?

-Sí, pero en primer lugar quiero decir que el término bullying no me gusta y que matones los ha habido toda la vida. Creo que para hablar de bullying o de acoso tienen que darse una serie de circunstancias, como que el caso no sea un hecho puntual. Hay un protocolo de la Xunta que lo delimita todo muy bien y sí que hay situaciones que encajan dentro de dicho protocolo. El gran problema es que es algo doloroso para todas las partes, tanto para el alumno que lo sufre y para su familia como para los acosadores y para sus familias. Los acosadores, muchas veces, no son conscientes de que lo son y no se dan cuenta del daño que pueden hacer. Y, desde luego, para los padres de los acosadores es demoledor. El dolor de los padres del acosador, cuando se les muestran las evidencias de lo ocurrido, es incluso mayor que el de los padres del acosado. Esto ocurre en los casos de acoso reales, porque luego hay otros casos que no son acoso, aunque las víctimas puedan percibirlo como tal. Por ejemplo, algo frecuente es que unos niños que eran amigos se enfaden y que otros tomen posición a favor de uno de ellos y dejen abandonado al otro. Es común que eso se perciba como acoso, pero casi nunca lo es. A veces, se pasa la línea roja, pero, en ese tipo de casos, el problema es bastante fácil de solucionar. La mayor parte de los casos que hemos tenido nosotros son de este tipo, pero sí que hemos tenido alguno que hubo que llevar a Inspección Educativa o a Menores.

«Las redes sociales, mal utilizadas, son muy malas. Bien utilizadas, ayudan en algunas cosas»

-¿Cree que ese problema del acoso escolar ha ido a peor?

-No, al contrario. Creo que somos cada vez más sensibles a ese tipo de situaciones. El hecho de que exista un protocolo también ayuda. Que haya medidas no significa que haya más casos, sino que tenemos más mecanismos para actuar. Pienso que hay una concienciación muy grande por parte de la sociedad.

-De su gestión como director del colegio Santa María del Mar, ¿de qué se siente más satisfecho?

-La obra es colectiva y si de algo estoy orgulloso es del equipo docente y también del no docente, que a veces pasa más desapercibido. La gente que cuida los comedores, la gente que limpia pasillos y aulas, la gente de administración, los responsables del transporte… Si me tengo que sentir orgulloso de alguien, es de ellos, porque normalmente no reciben el agradecimiento que se merecen. Si me fallan diez profesores, no pasa nada; pero como me fallen diez del comedor… ¿qué hago?

-¿Le saludan mucho por la calle los que fueron sus alumnos?

-Algunos sí y otros no, pero mi problema es que tengo una memoria terrorífica. A veces, voy despistado y, si no hay contacto visual, me cuesta reconocerlos. No soy una persona que se prodigue en saludos, más que nada por despistes míos.

-Se habla mucho de la crisis de vocaciones sacerdotales, imagino que en el colegio quedarán cada vez menos profesores que sean jesuitas.

-Tal cual. Hay una crisis de vocaciones muy grande y la Compañía de Jesús no es inmune a ella. Ahora mismo, profesores jesuitas tenemos muy pocos y los que hay tienen muy pocas horas de clase. Están el padre Herme, que da algunas horas en Secundaria; el padre Antonio Bohórquez, que da algunas horas en Bachillerato; el padre Toni Caballero, que también da en Bachillerato; y el padre Jorge Vázquez, que aunque no imparte clase realiza acompañamiento a los docentes. La Compañía de Jesús ha lanzado, en los últimos años, un proyecto de formación muy ambicioso enfocado, sobre todo, a seglares, para que conozcan y compartan sus valores. En este colegio hay más de 12 profesores especializados en esos cursos de formación, que no son para ser tutores ni de pastoral, sino de identidad y misión y de liderazgo ignaciano. La realidad es que hay 68 colegios de los jesuitas en España y no todos los jesuitas que hay en el país están en edad de estar en ellos o destinados a estar en ellos, porque hay también universidades, ONG, parroquias, centros de acogida… No todos los colegios de la Compañía vamos a tener jesuitas y, de hecho, hay muchos que ya no los tienen. Y Santa María del Mar es un colegio afortunado con los que tiene, porque en la zona Noroeste ya hay varios que no tienen ni uno. Quien va a tener que mantener la identidad ignaciana de los colegios es el profesorado. Queremos que nuestros profesores, además de tener una formación académica impecable, estén identificados con el proyecto ignaciano.

Alfonso Trillo Santa María del Mar

-¿Han notado en el colegio la crisis demográfica que hay en España?

-Lo notamos y mucho, aunque nosotros tenemos la suerte de tener más solicitudes que plazas, entre otras cosas, porque hay muchos antiguos alumnos que quieren mandar a sus hijos al mismo colegio en el que estudiaron ellos. Pero es algo que vamos a notar y que ya notamos, porque la propia administración ha reducido el ratio por clase porque hay una reducción de alumnos clarísima a nivel general. A Coruña quizás no lo nota tanto como otras poblaciones gallegas, pero todos los colegios, incluido el nuestro, se verán muy afectados en el futuro. Detectamos que las familias cada vez tienen menos hijos y que cada vez los tienen más tarde. Eso se nota mucho en las reuniones con los padres y afecta a las preocupaciones que tienen, a la educación que quieren para sus hijos…

-¿Hay en el colegio alumnos de otras religiones?

-En este momento no, pero sí los hemos tenido y sin problema ninguno.

-¿Qué opina de los colegios que segregan por sexos?

-En los años 60 y 70, era todavía algo normal que hubiera esos colegios aunque, más que segregar, lo que pasaba era que había órdenes religiosas enfocadas en la educación de chicos y otras enfocadas en la educación de chicas. Luego adquirieron sentido común, por decirlo de alguna manera, y ya admitieron chicos donde había chicas y chicas donde había chicos y eso fue fantástico. Existen estudios que dicen que colegios con enseñanza segregada obtienen mejores resultados, aunque yo eso lo voy a poner en duda. A mí no me gustan. Yo no querría trabajar en un colegio que segrega por sexos. Creo que en esos centros se pierde una riqueza experiencial tremenda. Pienso que es sano que convivan niños y niñas y no creo en esos despistes de los que hablan quienes, aún a día de hoy, defienden la enseñanza segregada. Es cierto que hay diferencias madurativas entre chicos y chicas, porque las chicas nos llevan un par de años de ventaja hasta cierta edad. Ahora bien, aunque a mí no me gusten, creo que quienes deseen que sus hijos estudien en ese tipo de centros también tienen derecho a ello y que, por tanto, esos colegios no tienen por qué no tener la subvención que tienen los otros concertados.

«No todos los colegios de la Compañía vamos a tener jesuitas y, de hecho, hay muchos que ya no los tienen»

-Con todo lo de la cultura woke y con el miedo que hay a ofender, los profesores tendrán que tener mucho cuidado con lo que dicen en clase.

-Hay que procurar no ofender y no porque haya una cultura woke, que creo que la hay, aunque no sé si me gusta el término. El profesor tiene que recordar que delante tiene personas y que no todos tienen ni la misma madurez, ni la misma sensibilidad, ni los mismos intereses. Una integral siempre es una integral, pero, cuando un profesor habla, por ejemplo, sobre una situación social en la época de la Revolución Francesa o de la Guerra Civil Española, hay temas que hay que tratar con mucha sensibilidad.

-Cuando los de mi generación estudiábamos en el colegio no había el problema de tratar la Guerra Civil porque, misteriosamente, nunca se llegaba a ese tema antes de que terminara el curso o, directamente, ni aparecía en el libro de texto o lo hacía casi de forma anecdótica.

-Ahora se llega. Llegamos incluso hasta Felipe González, que es lo que marca el temario. Son temas que hay que tratar, pero con sensibilidad y sabiendo que no todo el mundo opina igual que tú y que no todos tienen la misma información. No hay una educación neutra en valores, pero esos valores hay que transmitirlos desde el respeto y la aceptación del otro. No vamos a quedarnos en el colegio sin tratar ciertos temas porque la cultura del momento así lo demande. Cuando yo empecé como director, no recuerdo bien si en mi primer o en mi segundo año, vino una familia a protestar por un libro que se leía en 2º de la ESO porque consideraban que no era apropiado para un colegio de la Compañía de Jesús. Lo que no sabían era que ese libro lo recomendaba Padres y Maestros, que es una revista de pedagogía y psicología de la Universidad de Comillas, que es de la Compañía de Jesús. Todos los temas son tratables en el colegio desde el respeto y desde nuestra identidad ignaciana.

Test rápido a Alfonso Trillo

-Una ciudad.

-A Coruña.

-Una comida.

-El cordero que hacía mi madre.

-Un libro.

El Señor de los Anillos.

-Una película.

El Imperio contraataca.

-Un grupo de música o músico.

-Fleetwood Mac.

-Una canción.

Moonlight Shadow.

-Un personaje histórico.

-Miguel de Unamuno.

-Una afición.

-Escuchar música.

-Una fobia.

-La sangre. La visión de la sangre no me gusta.

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