Como todos los años, ya estamos en febrero y, si hay una fecha señalada a nivel mundial en ese mes y que invita al visionado de ciertas películas, esa es la del 14, día de San Valentín conocido popularmente como el Día de los Enamorados; aunque una pequeña parte de la población se acuerda de ese día por ser aquel en el que Al Capone decidió eliminar a varias personas integrantes de la banda de Bugs Moran en un garaje en Chicago en 1929. Hay, por cierto, una magnífica película de Roger Corman que reproduce fielmente esos hechos. De forma un poco más lúdica, Billy Wilder convirtió en testigo de esos hechos ocurridos en Chicago a Jack Lemmon y Tony Curtis en la magnífica Con faldas y a lo loco.
Volviendo al sentido más habitual de este día de San Valentín, nos centraremos, para abordar las películas elegidas, en el amor, en el romance, en el desengaño, en la infidelidad, en la obsesión por el ser amado y, en definitiva, en la pasión desenfrenada con o sin final feliz.
Para la elaboración de esta lista de películas para San Valentín me impuse tres limitaciones: no incluir ninguna película musical, pues gran parte de ellas son comedias románticas y complicarían mucho la selección; no incluir películas con romance que pertenezcan a otros géneros, como pueden ser las de aventuras, los westerns, los dramas o el cine negro; y evitar las películas de amor fú, esas películas de amores no correspondidos o en las que los amantes tienen trágicos y terribles finales.
Una vez más, se trata de una elección personal, sin plantearme si alguien se puede sentir ofendido o no, si algún lector puede considerar que la película no es políticamente correcta de acuerdo a lo que actualmente se tolera. No soy revisionista y considero que las películas son fruto de una época y de una sociedad concreta. Ése es mi punto de vista, que nadie tiene porque compartir. Todas esas personas que se dedican a criticar películas como En busca del Arca Perdida o Casablanca, con argumentos peregrinos y sacados totalmente de contexto, tienen demasiado tiempo libre y podrían dedicarlo a actividades más provechosas.
Dicho esto. las cinco películas para San Valentín seleccionadas son:
Ninotchka (Ernst Lubitsch-1939)
Tenemos a tres comisarios de la Unión Soviética de misión comercial en París. A pesar de sus altos ideales, sus bajas pasiones capitalistas afloran con facilidad cuando se ven inmersos en el lujo y las atenciones de un hotel de cinco estrellas. A todo esto ayuda una especie de serpiente del paraíso llamada León, que contribuye a que estos rojos empiecen a desteñir y a perder sus ideales comunistas.
A la vista de los pocos progresos que nuestros tres camaradas hacen en París, Moscú decide enviar a Nina, una especialista en fiscalización, control y supervisión que pone un pie en Paris afeando la conducta de sus compatriotas. Mujer fuerte, decidida y emprendedora, quiere comprobar los logros tecnológicos del mundo capitalista por si pueden servirle para aplicarlos en su país.
En toda comedia romántica, siempre tiene que existir un adversario, que normalmente es la persona amada que puede corresponder ese amor o no. Indudablemente, en este caso, es León, un individuo que hace de la seducción su profesión y por la cual es altamente recompensado por su amante, una condesa zarista refugiada en París.
Pero el amor es ciego y no se manda sobre el corazón, así que nuestro gigoló de alto standing queda prendado de la rudeza, franqueza y, por qué no decirlo, ingenuidad de Nina, la Ninotchka del título.
Esta película es conocida por algo más. Era la primera vez que Greta Garbo reía pues, hasta ese momento, todos sus papeles habían sido melodramáticos y se pasaba el tiempo diciendo “I want to be alone” con su acento sueco profundo y cavernoso.
Por tanto, la figura geométrica imperante es el triángulo, dos personas que quieren a una tercera y, claro, siempre tiene que perder una… o no siempre, alguna excepción existe a esta regla.
Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner-1989)
Dos personas cruzan sus caminos a lo largo de sus vidas, de lustro en lustro, hasta que finalmente deciden hacerse amigos y, a partir de ahí, todo puede suceder. La razón de elegir este película es que, para mí , es una de las comedias románticas más divertidas e inteligentes que he visto. La guionista es Nora Ephron, que también hizo sus pinitos como directora en la película Algo para recordar, esa de Tom Hanks y Meg Ryan, esta última protagonista de la película que nos ocupa.
Descubrimos no solamente que el amor es ciego, sino también que a veces tiene un sentido del humor demasiado retorcido. A lo largo de la película, se intercalan entrevistas con parejas que cuentan como se conocieron: unas siempre tuvieron claro que se trataba de amor a primera vista; otras tuvieron que pasar por múltiples relaciones antes de descubrir que estaban destinados a quedar juntos, matrimonios concertados, relaciones de amor -odio… lo que se dice la vida misma.
No es imposible que un hombre y una mujer sean solamente amigos, lo que ocurre es que el roce hace el cariño, como se suele decir, y algo que interpretamos como confianza (puedo hablar con ella de cualquier cosa, incluso de mis ligues, dice el protagonista masculino en un momento de la película), disponibilidad (si ninguno de los dos tenía cita el día de fin de año, acordaban pasarlo juntos), empatía (se apoyaban mutuamente ante cualquier problema de tipo sentimental con otras parejas) puede desembocar en otra cosa. Incluso jugaban a uno de los deportes de riesgo menos aconsejable: buscarle pareja el uno a la otra y viceversa.
Teniendo en cuenta todo esto, es muy fácil caer en la trampa de dar un paso más en la relación y, a partir de ese momento, se produce el gran dilema, que parece sacado de una opera de Puccini: si mantengo una relación sentimental con mi mejor amiga o amigo y, al final no funciona, malogro la relación y, algo peor, pierdo la amistad.
¿Qué ocurrió entre tu padre y mi madre? (Billy Wilder-1972)
La traducción del título ya es un spoiler en si misma porque, la verdad, deja poco trabajo a la imaginación y, aunque nos enteramos en los primeros minutos de la película de la presunta infidelidad que se cometía año tras año por los padres de los protagonistas, no deja de ser chocante la traducción, sobre todo porque el título de la película en original no desvela nada de la trama, aunque lo dice todo: Avanti.
En los hoteles italianos, cada vez que el servicio quiere entrar en la habitación tras golpear la puerta pronuncia un sonoro permesso, que se contesta con avanti, que significa adelante y, por tanto, que se puede pasar sin problema.
Dos personas enamoradas mantenían un amor furtivo de verano en una paradisíaca isla italiana desde hacía 10 años. y es que, un buen día, ese permesso pronunciado por una de las dos partes de la pareja se convirtió en un avanti, iniciándose así una bonita historia de amor.
Lamentablemente, aunque cupido siempre está al acecho de cualquier oportunidad de unir a dos almas solitarias, no siempre se sale con la suya, sobre todo si una curva muy cerrada y un aparatoso accidente se cruza en su camino.
Tras el luctuoso acontecimiento, el hijo de uno y la hija de la otra viajan a esa isla para hacerse cargo del papeleo y del traslado de los restos mortales, descubriéndose que no eran unos simples conocidos, sino que eran la recreación de los amantes de Teruel en su versión no tolerada para menores.
Comienzas los reproches y críticas, cuando no descalificaciones, sobre la persona del que se creía un pilar de su comunidad y de su iglesia, querido por todos, devoto padre de familia y esposo ejemplar. Es su propio hijo el que, horrorizado, descubre que su padre simplemente era un ser humano, capaz de cometer errores, capaz de seguir amando, con sentimientos y con deseos.
La hija de la compañera sentimental del coloso empresarial jugaba con ventaja, sabía lo que ocurría y nunca le pareció mal, pues comprende, entiende y es consciente de que la vida es lo que ocurre mientras nos empeñamos en hacer lo contrario o luchar contra lo inevitable y dejar rienda suelta a la pasión.
Esa contradicción entre la indignación de uno y la comprensión de la otra son la base de esta magnífica y entrañable comedia, no exenta de lirismo y también de mala leche. Recordemos que fue dirigida por un impenitente cínico como es Billy Wilder.
Historias de Filadelfia (George Cukor-1940)
Seguramente, más de una persona se ha preguntado alguna vez qué ocurre tras el famoso «y fueron felices y comieron perdices”. Eso es fácil de explicar: la convivencia, la tolerancia, la capacidad negociadora, saber ceder en algunas ocasiones, el reparto de tareas, el cuidado de los hijos… aunque, a veces, como cantaba Rocío Jurado, se rompe el amor de tanto usarlo o, simplemente, uno de los dos miembros de la pareja descubre que no se puede cambiar a una persona si ésta no quiere cambiar.
Esta magnífica película de Cukor, considerado uno de los mejores directores de mujeres, comienza con una ruptura sin palabras en la que queda perfectamente claro que no solamente dejaron de comer perdices sino que se les atragantaron.
Momento de pasar página y nuestra desparejada heredera decide volver a contraer matrimonio, esta vez con un hombre hecho a sí mismo y no con un playboy adinerado.
Siguiendo el dicho de el que la tuvo retuvo, su expareja colabora con una revista del corazón a la que promete una jugosa exclusiva de la boda. El director de la revista, con la misma sensibilidad que un león devorando a su presa, acepta el trato y pone a su mejores periodistas en el asunto.
Por un lado, tenemos al redactor, periodista que anhela dedicarse a escribir un libro y que manifiesta un gran cinismo ante todo lo que ocurre en aquella casa antes de la boda. Por el otro, su compañera, amiga de fatigas, tan descreída y cínica como él y encargada del reportaje fotográfico del evento.
La familia de la acaudalada muchacha, su madre y su hermana pequeña aceptan a regañadientes la presencia de esos extraños, aunque se alegran de ver al exmarido, por el que siguen sintiendo un gran cariño. Por si no fuera suficiente, un pariente cercano de la familia, con gusto por la fiesta y el alcohol, hace acto de presencia para liar aún más las cosas.
Como suele ocurrir en la vida real, la familia se ha visto obligada a aceptar esa intrusión para que no se desvele algo que supondría un gran escándalo y que afecta a un miembro de la familia de la muchacha.
Una vez más, enredos, encuentros, desencuentros, chantaje emocional, alcohol y sentimientos encontrados se dan la mano para hacer de esa boda un acontecimiento memorable.
Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell-1994)
Volvemos sobre las bodas, esos actos sociales en los que los que mejor se lo pasan son casi siempre los invitados y no los novios, que se pasan el tiempo saludando a diestro y siniestro, en muchas ocasiones a personas que no van a volver a ver en su vida, entregando obsequios a los presentes o preguntando a los invitados si necesitan algo más.
En las bodas existe un momento memorable que sale en todas las películas y que es el momento en el que el sacerdote oficiante dice aquello: «si alguien conoce algún impedimento para que se celebre esta boda, que hable ahora o calle para siempre”. Tras estas palabras, se produce un incómodo momento, no exento de suspense, en el que más de una persona comienza a mirar de reojillo a los invitados por si alguno tiene algo que decir.
En esta película, somos testigos de la evolución sentimental de un grupo de amigos a lo largo de cuatro bodas y también de nuestro protagonista, que siempre se queda dormido y tiene que hacer grandes esfuerzos para no llegar tarde. En la primera boda conoce a la mujer de sus sueños y la vuelve a recuperar de boda en boda y tiro por que me toca.
No falta nada: los discursos improvisados de los padrinos, que suelen entender por graciosas cosas que harían sonrojar a la madame de un burdel; las canciones de moda que interpretan orquestas contratadas para ello; lo que el alcohol puede hacer con las personas que fuera de ese entorno hasta parecen normales; los romances de boda que, muchas veces, se convierten en una próxima boda…
Otro de los momentos estrella es cuando compruebas la mesa en la que, no se sabe si por tocar los narices o por despiste, te han situado los novios. En este caso, el protagonista acaba en una mesa de exnovias, algo que sí es un círculo del infierno mas implacable y cruel que alguno de los de Dante en La Divina comedia.
Otro momento inolvidable es cuando con la invitación te dan la lista de bodas y dónde puedes adquirir los ansiados regalos. En muchas ocasiones tienes la sensación de que los novios piensan que te ha tocado la lotería de pronto y te puedes permitir objetos propios de un jeque árabe.
Recordemos que el título de la película es cuatro bodas, una de ellas la que el protagonista más teme y menos desea, y un funeral, porque en la vida estas cosas también pasan y es otro acontecimiento social con sus propias reglas, aunque como diría el barman de Irma la Dulce: «pero eso es otra historia».
¡Fantástica selección!. José Luis, cinéfilo de primera nos descubre que el mundo del cine a través de las diferentes temáticas. Muchas gracias por compartir con los lectores de el Sereno indiscreto tus conocimiento de cine.