La psicóloga Ana Núñez: «No hay que ver la soledad como el hecho de estar solo sino como el de estar con uno mismo»

psicóloga Ana Núñez

La psicóloga Ana Núñez, profesional del centro de MFL Psicología en A Coruña que brinda a sus pacientes terapia presencial y online, hace un llamamiento a que las personas se encuentren consigo mismas e intenten no dejarse atenazar por el miedo que genera la siempre acelerada sociedad actual. «Nos estamos llevando demasiado al extremo», explica acerca de la situación de «alerta permanente» en la que viven muchos seres humanos.

-¿En qué proyectos estás involucrada actualmente?

-Actualmente estoy trabajando en dos clínicas. Una está ubicada en Madrid y otra en A Coruña. En ambas ofrecemos terapia tanto presencial como online. De forma individual, también atiendo a pacientes vía online. Tengo pacientes repartidos por toda España y por todo el mundo, en lugares como Estados Unidos, Japón y América Latina.

-¿Hay mucha diferencia entre atender a un paciente de forma presencial y hacerlo de forma online?

-Es importante tener en cuenta las preferencias del paciente. Hay personas que prefieren el formato presencial y otras que prefieren el online. Ambas tienen sus pros y sus contras aunque yo, personalmente y a nivel de tratamiento, no veo diferencia. A raíz de la pandemia, hubo muchas personas que probaron la terapia online y decidieron seguir con ella porque permite un ahorro de tiempo, en desplazamientos… Siempre que la persona tenga en su hogar la privacidad suficiente para poder sentirse cómoda y realizar la sesión con normalidad, no hay problema ninguno por hacer terapia online. Hay pacientes que, para recibir terapia online, se van a un parque o a otro espacio distinto al hogar en el que se sientan más cómodos. Lo que sí es crucial es que se haga mediante videollamada y con una conexión que funcione bien porque, obviamente, ver la cara del paciente es muy importante, como también lo es que no haya cortes que interfieran en la sesión.

-¿Cuáles son los problemas por los que recurren a ti tus pacientes con más frecuencia?

-Lo que más atiendo yo son casos relacionados con la ansiedad, la depresión, el duelo por sucesos como un fallecimiento o una ruptura… También trabajo bastante con adolescentes y con personas obsesivas. En general, mis pacientes son personas que sienten que su bienestar ha mermado. Cuestiones familiares, de diversidad sexual, de dependencia emocional, trastornos de alimentación son otras de las que he tratado con mis pacientes. Ahora tengo un amplio abanico de temáticas a tratar.

-¿Se han convertido la ansiedad y otras afecciones relacionadas con la salud mental en uno de los principales problemas de las sociedades más desarrolladas?

-Cuando tenemos cubiertas las necesidades básicas, las que están en la parte baja de la famosa pirámide de Maslow, aparecen otras. El pico de la pirámide se corresponde con las necesidades relacionadas con la autorrealización y en las sociedades modernas más desarrolladas podemos atenderlas. La sociedad está muy enfocada a las anticipaciones, a cosas que pensamos que van a suceder y que la mayor parte de las veces no suceden. La ansiedad es tan protagonista en la actualidad por eso. La exigencia, el perfeccionismo, el tener que llegar a todo puede hacer que perdamos un poco el sentido de la vida y que aparezcan problemas como el estrés. Vivimos en la sociedad del consumo y la inmediatez y estamos constantemente sometidos a una gran estimulación. Llevamos el cuerpo a un nivel de alerta permanente y generamos mucho más cortisol del que somos capaces de nivelar con otras endorfinas. Nos estamos llevando demasiado al extremo. El cuerpo las hace y el cuerpo las paga.

«La sociedad está muy enfocada a las anticipaciones, a cosas que pensamos que van a suceder y que la mayor parte de las veces no suceden»

-Hace falta que las personas dediquen más tiempo a sí mismas y a descansar la mente sin hacer nada o haciendo algo que les relaje.

-Ahora está muy al alza el mindfulness, que básicamente está enfocado a eso: vivir en el presente, disfrutar del momento, bajar toda esa activación y todas exigencias de las que hablé antes… El autocuidado es absolutamente clave. Marian Rojas, que es la psicóloga española por excelencia, habla de eso constantemente. Toda actividad que nos proporcione bienestar, en general, nos va a ayudar en nuestra vida. Si dejamos eso de lado y sólo pensamos en el tener que y en el deber de, aparecerán los problemas.

-¿Vivimos en una sociedad con miedo?

-Mucha gente cree que los seres humanos somos racionales, pero yo nos veo más como seres emocionales pensantes, porque las grandes decisiones de nuestra vida las tomamos desde una motivación emocional. ¿Qué hace que una persona decida ir a ver una película o sea hincha de un determinado equipo de fútbol? ¿Qué une a la gente? La respuesta a esas preguntas está en las emociones, que son lo que nos mueve. La publicidad aprovecha eso y vende un determinado estatus, un sentimiento de felicidad y, en definitiva, emociones. Si se apela a las emociones desde cualquier área, se conseguirá enganchar a las personas. Moviliza mucho más un discurso emocional que uno que no nos conecte. Se observa también en la memoria, pues recordamos más aquellas cuestiones que nos activan emocionalmente, tanto para lo bueno como para lo malo. Las emociones nos mueven, pero eso no es gratis, tiene un coste. Como dije antes, vivimos sobreestimulados y eso es algo que puede generarle ansiedad o miedo a cualquiera. A veces, nos falta conectar con la vida.

-¿Hay todavía mucha gente que toma decisiones como la de casarse o tener hijos más por la presión o los convencionalismos sociales que por realmente desearlo?

-He observado un gran cambio en las exigencias y las presiones sociales, que han disminuido o se han modificado hacia otros tipos. Se ha pasado, por ejemplo, de potenciar el estereotipo de la mujer esposa y madre al de la mujer trabajadora y de éxito; aunque sí es cierto que queda todavía mucha presión con el temas como la maternidad, la delgadez, la juventud… Lo que yo he apreciado, que no tiene por qué ser una verdad universal, es que las motivaciones han cambiado. Sí que veo personas que están con sus parejas sin estar enamoradas, gente que tiene hijos porque su pareja quería o porque tocaba… pero ha habido cambios. Como dije antes, las emociones son el principal motor de todo y, entre ellas, el miedo a la soledad tiene mucha fuerza en cuestiones como los vínculos de las parejas o la familia. Hay muchas decisiones que se toman en base a ese miedo.

«Si sólo pensamos en el tener que y en el deber de aparecerán los problemas»

-¿Hay que tenerle miedo a la soledad?

-No. La soledad, para mí, no hay que verla como el hecho de estar sólo sino como el de estar con uno mismo. Somos animales sociales y estamos muy acostumbrados a estar en sociedad. La sociedad es positiva y la necesitamos, pero los extremos, en general, a mí no me parecen positivos. Necesitamos la sociedad desde el punto de vista adaptativo, pero si no aprendemos a estar con nosotros mismos tendremos problemas. Es necesario que la persona sepa qué es lo que le gusta y encuentre tiempo para ello, eso sí, sin descuidar familia, amistades… Lo importante es encontrar y conseguir el equilibrio. El término soledad tiene una connotación muy negativa, pero cuando esa soledad se convierte en estar con uno mismo resulta muy positiva y, en cierto modo, todos la necesitamos. Muchas veces, las personas recurren a actividades sociales, como ir de compras en compañía de otras o a conciertos, para anestesiarse de conectar consigo mismas y de responder a preguntas como la de quiénes son o la de qué es lo que realmente quieren. Como en todo, con un buen uso esas actividades son maravillosas, pero cuando se convierten en la necesidad de tener la agenda cubierta en todo momento dejan de serlo. Un mal uso nos desconecta de nosotros mismos y hace que, cuando nos quedamos solos, todas esas cuestiones que dejamos desatendidas aparezcan de golpe y se hagan inasumibles.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *