En la madrugada del domingo al lunes 13 de marzo se celebró la ceremonia número 95 de los Oscar. Yo, desde hace algunos años, decidí no restarle horas al sueño y ver la gala en diferido, lo que me ha obligado a estar totalmente desconectado tecnológicamente para no saber los resultados antes de ver la gala. Una de las grandes ventajas de este sistema es poder rebobinar los momentos plúmbeos de la ceremonia: las canciones, casi siempre melodiosas como canto de sirena, ideales para escuchar en directo a las cinco de la mañana y no volver a abrir ojo hasta el telediario de las tres de la tarde con suerte; o cuando la persona galardonada decide agradecer su premio a toda persona que se ha cruzado en su camino («se lo dedico a la portera de la casa de mis padres, que siempre comprendió que en mí se escondía un actor nato» o «gracias al camarero que me sirvió chocolate con churros una tibia mañana de invierno”).
Este año hubo dos ausencias muy comentadas. Una fue la de James Cameron, director de Avatar, que sabía que su película tenía tantas posibilidades de ganar muchos Oscar como Travolta de lucir una melena que no sea la de una peluca. Cameron consideró que no procedía favorecer memes, chascarrillos y chorradas varias contemplando su careto de estupefacción, desagrado y cabreo al ver desfilar a todo quisqui para recoger ‘sus’ Oscar. La segunda ausencia fue la de Tom Cruise, que se sigue preguntando por qué no lo nominaron a Mejor Actor por su papel en Top Gun: Maverick, algo que considera probablemente una de las grandes injusticias del año. Unos días después, Tom se justificó diciendo que para él era más importante estar al lado de su amigo Michael Caine que en la gala.
Tampoco vi a Olivia Colman ni a Jennifer Lawrence, claramente ninguneadas en la nominación a Mejor Actriz Principal. Puede que estuvieran pero, desde luego, no se hicieron notar de ser así. Tengo que reconocer que Olivia Colman interpreta uno de esos personajes que tanto gustaban en tiempos a la academia: frágiles, con problemas personales y afectivos que luchan por sobrevivir en un mundo de locos. Curiosamente, Jennifer interpretó también uno de estos papeles en Causeway.
Al que debo aplaudir por su caballerosidad y conducta intachable es a Spielberg que, sabiendo que su película no iba a recibir ni un solo Oscar, estuvo en la gala y aceptó los chistes de Kimmel, incluso ese comentario sobre qué sustancia se había fumado cuando había rodado ET, la famosa historia del extraterreste perdido en la tierra que quiere llamar por teléfono a su casa para que lo vengan a buscar cuanto antes.
Al que debo aplaudir por su caballerosidad y conducta intachable es a Spielberg que, sabiendo que su película no iba a recibir ni un solo Oscar, estuvo en la gala y aceptó los chistes de Kimmel
A destacar una señora que estaba sentada en la sala luciendo una especie de vestido de boda, con un velo rodeando su cabeza, que parecía un anuncio de almidón y que tenía frita a la pobre señora de atrás, que tenía que hacer grandes esfuerzos para poder ver algo.
Otro de los momentos frikis ocurrió cuando Kimmell salió al escenario con la burrita coprotagonista de la película de Inisherin, Jenny, que lucía una especie de mantita en la que ponía apoyo emocional e hizo que uno se preguntara: esto pasa en los Goya y la Belarra se abalanzaría al escenario para apartar al pobre animal de tanto oprobio y humillación, no sin antes recriminar su conducta al gracioso de turno que tuviese la feliz idea de exponerla a escarnio público.
Muchas personas no lo saben, pero una de las películas de habla no inglesa, la polaca para ser más exactos, es la historia de un burro llamado Eo. Curiosamente, para la filmación se usaron más de seis burros de distinto sexo para representar al protagonista.
Otro momento de sonrojo o vergüenza ajena llegó cuando la actriz Elizabeth Banks se presentó en el escenario con una persona disfrazada de oso haciendo payasadas, que más que el temible oso de la película de Elizabeth, Cocaine Bear, parecía el oso Yogui.
Llegados al momento más emotivo de la noche, el In Memoriam, un John Travolta sin pelo, con barba y vestido como si fuese un guardaespaldas de un malo de película de John Wick, se emocionó al recordar a Olivia Newton-John. La relación de personas que nos han dejado en este 2022 tuvo, como siempre, algunas que han formado parte de mi vida cinematográfica, como James Caan y Raquel Welch; otras que conocen sus familiares y amigos más íntimos, que también tienen derecho a estar; y otras que no recordaba que habían pasado a mejor vida. Como siempre, se olvidaron de algunos fallecidos. Mira Sorvino está muy enfadada porque ningunearon a su padre, Paul Sorvino, y yo lo estoy porque se olvidaron de Stella Stevens.
Un John Travolta sin pelo, con barba y vestido como si fuese un guardaespaldas de un malo de película de John Wick, se emocionó al recordar a Olivia Newton-John
Me imagino a los Hombres G ensayando para sus conciertos, viendo el In Memoriam y soltando sapos y culebras por la boca por esa ausencia en el homenaje a los finados de Stella Stevens, icono de la portada de uno de sus famosos discos, aquella que está sacada de la película El profesor chiflado.
Al final del In Memoriam, eso sí, salió un cartelito en plan “si alguien más dejó este mundo y nos hemos olvidado, lo recordamos aquí”.
Menos mal que Andrew Stevens, hijo de Stella, no tiene de verdad poderes telequinéticos a lo Carrie, como ocurría en su película La furia, porque, de ser así, el color champán del decorado se iba a teñir de rojo y tendrían que dedicar la gala entera de los Oscar del año que viene, al In Memoriam.
El resto, premios por aquí premios por allá, gracietas del presentador, el vestuario de los presentadores de cada categoría de premios o el momentazo de la ganadora del Oscar a la Mejor Canción, Naatu Naatu, con los artistas pateando el escenario a ritmo de la tonada trending topic en las redes sociales. Imagino que Rihanna no se habrá convertido precisamente en fan de la cancioncilla que acabó con su sueño de nominada primeriza. Habrá otras oportunidades para ella, sin ninguna duda. Hay que recordar también a aquellos que ya estaban a punto de levantarse para recoger su merecido premio y escuchan como se lo dan a otro de los candidatos y no miro a nadie Angela Bassett.
Y me van a permitir que termine esta crónica gamberra de los Oscar recordando que, después de muchos años, Disney se ha quedado sin la estatuilla en la categoría de Animación. Enhorabuena a Guillermo del Toro por su película Pinocho, técnicamente irreprochable.
Excelente resumen de una gala más insulsa de lo habitual, con ese gracejo que sólo el gran «Sereno» nos hace revivir, haciéndonos creer que nos encontramos en primera fila del Dolby Theatre de Los Ángeles.
Gracias José Luís, una vez más por tu entusiasmo y tu oratoria.
Enhorabuena, José Luis. No he visto la gala, pero tu crónica es muy clara y tú discurso rezuma pasión por el género. Adelante!!!