Los aficionados del Celta están a acostumbrados a que los del Deportivo les recuerden lo vacías que están las vitrinas de su club, pero no tanto a que sean sus propios jugadores, los que deberían defender la camiseta celesta a capa y espada, quienes aludan a la escasa entidad y relevancia del equipo vigués y eso es justo lo que ha hecho el delantero noruego Strand Larsen, que en declaraciones a un medio de su país manifestó abiertamente su deseo de cambiar de aires en verano para recalar en una entidad en la que no tenga que soportar una derrota tras otra.
«Todavía no he jugado en un buen equipo, así que mi objetivo es llegar a un club que no sea siempre inferior cuando hay un partido. Entonces creo que se podrá ver el potencial aún mayor que llevo dentro”, declaró Strand Larsen para sorpresa e indignación de los seguidores del Celta, que no entienden esa falta de respeto gratuita del noruego a un club que, a día de hoy, es el que paga su nómina.
«Todavía no he jugado en un buen equipo, así que mi objetivo es llegar a un club que no sea siempre inferior cuando hay un partido», manifestó Strand Larsen.
Para ser justos, hay que decir que la propia directiva del Celta ha manifestado su predisposición a vender al delantero noruego si llega una buena oferta. En todo caso, lo que ha ofendido a los aficionados celestes no es el hecho en sí de que Strand Larsen quiera marcharse, sino las palabras con las que expresó ese deseo, que dejan quedar al conjunto celeste como un equipo menor.
Ni que decir tiene que toda la ira desatada en Vigo contra el futbolista noruego se tornó en risas y chanzas en A Coruña, donde los aficionados del Deportivo celebran «la sinceridad» de Strand Larsen al manifestar algo que ellos repiten desde hace tiempo. Las palabras del noruego fueron, por tanto, todo un regalo para los deportivistas, que observan con interés lo infelices que se sienten los jugadores del Celta por no poder jugar en un equipo un poco más competitivo.
Del derrotismo de Iago Aspas a la infelicidad de Brais Méndez
Strand Larsen no es, ni mucho menos, el primer futbolista del Celta que comenta lo difícil y duro que resulta jugar para un equipo pequeño al que, en ocasiones, sus aficionados le exigen como si fuera un grande. El mismísimo Iago Aspas, leyenda y actual capitán del equipo, dijo esta misma temporada, tras una derrota ante el Athletic de Bilbao, que, precisamente por haber pasado casi toda su carrera profesional en el Celta, «está acostumbrado a perder».
Otro que no fue feliz en Vigo es Brais Méndez, que expresó lo mucho que había sufrido durante su etapa en el Celta a causa de los continuos reproches de la afición. “Me han insultado, incluso he recibido amenazas de muerte porque las cosas no salían bien un domingo. Disfrutaba mucho entrenando, pero no quería que llegara el fin de semana. Los días de partido sentía miedo, presión. Estaba tenso. Es una carga que se hacía cada vez más grande, más grande, más grande…”, declaró en una entrevista publicada en The Athletic.