Fernando Bonilla (Bonilla a la Vista): «Si nuestras patatas son gourmet es porque están ricas, pero son las que hacemos desde siempre»

Bonilla a la Vista

Fenando Bonilla, propietario de la marca Bonilla a la Vista, famosa por sus churros y por unas patatas fritas cuyo sabor triunfa en todo el mundo, cree que el secreto del éxito de una empresa familiar como la que él encabeza, ya de forma oficial desde el fallecimiento de su padre César Bonilla, no es otro que el de mantenerse fiel a la tradición, al modo de trabajar de su abuelo, la persona con la que empezó todo. Pese a que sus patatas fritas han aparecido en una película oscarizada y se venden en países tan lejanos como Corea del Sur y Australia, mantiene los pies en el suelo y promete, desde el stand de la marca en el evento Galicia Fórum Gastronómico, seguir trabajando para que sus productos mantengan la calidad que tantos paladares ha conquistado.

-¿Por qué decidió Bonilla a la Vista estar presente en Galicia Fórum Gastronómico?

-En A Coruña están nuestras churrerías y nuestra fábrica (está en el cercano municipio de Arteixo), así que nos sentimos obligados a participar en este evento que, además, es un buen escaparate para presentar nuestros productos. Bonilla a la Vista participa en Galicia Fórum Gastronómico desde la primera edición y estamos encantados.

-¿Pensó usted alguna vez que la marca Bonilla a la Vista llegaría a estar presente en países tan lejanos como Corea del Sur o la realidad ha superado todas sus expectativas?

-La verdad es que la lata es un formato para envasar nuestras patatas que ha dejado mucha huella, aunque lo que va dentro de ella sea lo realmente importante y lo que guste por su calidad. En la oscarizada película de Parásitos casi no salía y, aún así, la gente se dio cuenta de que la lata de Bonilla a la Vista estaba ahí. Nosotros intentamos seguir creciendo poco a poco y hacer las cosas lo mejor posible. Nuestras patatas fritas están en Estados Unidos, en Australia, en países de Centroamérica… La verdad es que estamos muy contentos pero, como he dicho, hay que seguir trabajando. Puede que, en ocasiones, lo más fácil sea bajar la calidad y el precio para vender más, pero en Bonilla a la Vista creemos que lo importante es hacer las cosas bien, aunque no se pueda ganar lo mismo. La marca y su historia nos obligan.

-Imagino que la subida del precio de productos como el aceite afectaría mucho a un negocio como el suyo.

-Pues sí… y además nosotros aguantamos sin subir mucho los precios. El precio del aceite se duplicó. En enero de 2023 pagábamos el litro a 4 euros y pico y ahora llegamos a pagarlo casi a 9. ¡Y nosotros consumimos más de 600 litros de aceite de oliva al día! A veces se ven patatas fritas en cuyo envase pone que están hechas con virgen extra y que valen la mitad que las nuestras… así que poco aceite virgen extra pueden llevar. Nosotros tenemos muy claro que la gente que abre una bolsa o una lata de patatas de Bonilla a la Vista quiere encontrarse con la misma calidad de siempre.

-Quien compra patatas de Bonilla a la Vista sabe que está consumiendo un producto gourmet.

-Como me gusta decir a mí, nosotros hacemos patatas que no sabemos hacer de otra manera. Si son gourmet es porque están ricas, pero son las que hacemos desde siempre.

«Tenemos muy claro que la gente que abre una bolsa o una lata de Bonilla a la Vista quiere encontrarse con la misma calidad de siempre»

-Habló usted de las ventajas del diseño de la lata a la hora de llamar la atención de los consumidores, pero ese formato de envase también ayuda a que las patatas fritas estén más frescas y enteras cuando llega el momento de comerlas.

-Pues sí, la lata permite que las patatas se conserven muy bien. Lo único que le pasa a la lata es que mucha gente me dice que cuando la empieza ya la tiene que acabar de lo ricas que están las patatas.

-Ahora, además, la lata está disponible en diferentes tamaños.

-Así es. La pequeña, por ejemplo, tiene mucho éxito en los hoteles.

-Pese al éxito internacional de las patatas, Bonilla a la Vista empezó con el chocolate con churros, una rama de negocio que se mantiene a nivel local y que forma ya parte de la esencia de A Coruña.

-Sí y hay que decir que hacer churros es algo más complicado de lo que la gente cree. Nosotros ponemos siempre mucho énfasis en formar a los churreros. Una de las ventajas de nuestros churros, para los que por supuesto utilizamos también aceite de oliva, es que pueden aguantar en condiciones óptimas cuatro o cinco horas una vez freídos.

«Mucha gente dice que cuando empieza la lata ya la tiene que acabar de lo ricas que están las patatas»

-Si tuviera que renunciar para siempre a los churros o a las patatas fritas, ¿de cuál de los dos productos elegiría prescindir?

-Difícil decisión. Yo es que como churros casi todos los días… y patatas fritas también. Desde el punto de vista de la marca también sería muy complicado elegir de cuál prescindir, porque los churros son algo más local y las patatas fritas nos aportan esa visibilidad internacional. Mi abuelo fundó la empresa hace 92 años y ya empezó con patatas y churros. Eso sí, en el año 1958, cuando se instaló en la calle de La Galera de A Coruña, tuvo que dejar de hacer las patatas fritas porque no podía con todo.

-Hay un pique entre Ferrol y A Coruña por el origen y la identidad de la marca. ¿Es Bonilla a la Vista ferrolana o coruñesa?

-Bueno, hay gente que siempre busca la confrontación, pero yo creo que es algo que hay que dejar de lado. Mis padres son de Ferrol y el origen de la empresa está allí, aunque desde hace tiempo estamos instalados en A Coruña. A mí me encanta ir a Ferrol y, por supuesto, me encanta A Coruña.

«Hacer churros es algo más complicado de lo que la gente cree»

-Detrás del nombre de Bonilla a la Vista hay una historia muy curiosa.

-El nombre viene de la época en la que mi abuelo estaba en la Marina. Los barcos de guerra no estaban en puerto, sino fondeados, y los militares, para moverse entre el puerto y el barco, tenían que ir en un bote que, al parecer, mi abuelo perdía de vez en cuando. Cuando eso sucedía, tenía que ir en otro bote e identificarse al llegar y lo hacía diciendo: «Cabo Bonilla a la vista». Como tenía dos hermanos que ya tenían churrerías, llamadas Bonilla y Bonilla El Pequeño, él decidió ponerle a la suya el nombre de Bonilla a la Vista.

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