Sonia Ríos, peletera y diseñadora de moda: «No debería haber más reparos en vestir con pieles que en comer pollo»

Sonia Ríos

La diseñadora Sonia Ríos se inició en la moda y en el mundo de la peletería por el influjo de su madre, la conocida peletera gallega que dio nombre a la firma coruñesa Olga Ríos, y ahora, varias décadas después, ha decidido dar un giro en su vida y abrir junto a una amiga la tienda Laboratorio Vintage, en la que ofrece ropa de segunda mano de la máxima calidad. Aunque nunca dejará de lado su pasión por las pieles y seguirá haciendo arreglos y prendas por encargo, reconoce que el de la peletería es un sector venido a menos por cuestiones como las críticas animalistas, el cambio climático y las sucesivas crisis económicas. Optimista de cara al futuro pero siempre con los pies en el suelo, la diseñadora hace balance de su trayectoria profesional y explica cuáles son sus expectativas de cara al futuro.

-¿Cuándo y por qué decidiste seguir los pasos de tu madre en el ámbito de la moda y de la peletería?

-Empecé a ayudar a mi madre con 14 años y en los períodos de vacaciones. Estaba con ella en la tienda, hacía recados… Era una época en la que había muchísimo trabajo y todos los de la familia ayudábamos. Cuando era niña, quería hacer la carrera de Medicina y mantuve ese deseo durante muchos años, pero cuando era ya adolescente y mi madre me empezó a llevar a las ferias de peletería comenzó a aflorar en mí el interés por la moda. Íbamos a ferias internacionales, como la de Milán y la de París, en las que se veían todo tipo de productos y en las que acudíamos a los desfiles. Creo que es algo que viví desde pequeña y eso, cuando llegó la hora de decidir, me llevó a estudiar diseño. Primero, estuve en una escuela de diseño en Madrid y, al siguiente año, me fui a Barcelona. El Gobierno catalán, en aquel entonces, tenía una escuela de peletería y, como mi madre se dedicaba a eso, decidí formarme allí también, compaginando con la escuela de diseño. Iba por las mañanas a una y por las tardes a otra. La verdad es que el mundo de la peletería me gustó mucho, porque descubrí que es muy variado y que hay que saber mucho.

«Cuando era adolescente y mi madre me llevaba a las ferias de peletería comenzó a aflorar en mí el interés por la moda»

-Y de ahí a trabajar con tu madre ya de manera profesional.

-Tengo que decir que empecé desde abajo, más haciendo recados que trabajos de diseño. Mi madre no me puso a diseñar las colecciones nada más terminar los estudios. Eso vino años después. Primero había que conocer el negocio desde abajo. Una vez pasada esa etapa sí que, junto a mi hermana María, me encargué de diseñar para las colecciones de cada año, que es lo que realmente me apasiona de este trabajo. Tuvimos la suerte de estar en pasarelas tan importantes como Cibeles.

-¿Cómo ha cambiado el sector de la peletería desde que empezaste a trabajar en él?

-La época en la que yo empecé era muy  boyante y las pieles se vendían muchísimo. Eso propiciaba que hubiera un campo muy abierto para hacer lo que se quisiera. Se podía hacer una colección muy atrevida aunque después no se vendiera tanto y porque era lo que nos daba realmente el prestigio. Intentábamos ser un poco adelantados a nuestro tiempo. Yo eso lo aprendí de mi madre, que siempre fue un poco por delante de lo que se llevaba en aquel momento desde el punto de vista de la fabricación y el diseño. Arriesgábamos mucho también en los materiales y comprábamos pieles un poco distintas a las habituales. La verdad es que fue una época preciosa, porque se vendía y se compraba mucho. Había muchísima rotación de mercancía. Desde ahí, hemos ido evolucionando y pasamos por varias crisis. Olga Ríos llegó a tener trabajando a 35 personas y, en los últimos años, ya estaba yo sola. La venta fue disminuyendo, además de por las crisis económicas, por la cuestión animalista, que también se metió por el medio. También afectó el cambio climático, porque cada vez hace más calor y, por ello, las prendas de abrigo son menos necesarias. Antes, las campañas para la peletería empezaban ya en octubre e incluso en septiembre.

«Olga Ríos llegó a tener trabajando a 35 personas y, en los últimos años, ya estaba yo sola»

-¿Qué opinas de esas campañas contra las pieles de los animalistas?

-Creo que hay unas críticas exhaustivas y, en mi opinión, desinformadas hacia la peletería. Ahora se habla mucho de sostenibilidad y de ecología y no hay nada más sostenible que una prenda de piel. Además, en la actualidad, casi todas las pieles provienen de granjas que están muy controladas. Hay mucha hipocresía porque, por un lado, se quiere cuidar el medio ambiente y, por otro, se consumen plásticos y demás derivados del petróleo. Detrás de una prenda de ropa que se vende muy barata, además, siempre hay una explotación humana con unas condiciones laborales muy precarias. Creo que la gente o no es consciente de eso o le da igual. Las críticas a la peletería empezaron en los años 90, que fue cuando determinadas organizaciones empezaron a sacar vídeos con sangre y a irrumpir en los desfiles como si nosotros fuéramos asesinos. Y nosotros no somos asesinos. Me parece ridícula esa persecución que hay contra la peletería y que no hay, sin embargo, contra actividades mucho más contaminantes, como la de las fábricas de papel. Es que se ha vuelto todo un poco dictatorial. Uno debe tener el derecho a elegir lo que quiere consumir, siempre que sea legal. La piel, además, es ecológica. Una prenda de piel se puede llegar a arreglar durante 40 años y seguir usándose. Además, al ser natural, es totalmente biodegradable.

Laboratorio Vintage

-¿Tuvisteis algún incidente con los animalistas en Olga Ríos?

-Pues sí. Hace años, dos chicas y dos chicos completamente desnudos se pusieron a protestar delante del escaparate de la tienda con pancartas. Tuvo que venir la Policía a retirarlos porque, obviamente, no se puede estar desnudo en plena calle. Tuvimos también otras manifestaciones, pero lo cierto es que normalmente duraban poco porque, como eran muy agresivas, la Policía venía cuando la llamábamos y actuaba. Ese tipo de manifestaciones son una forma de acoso, aunque es cierto que la mayoría de nuestras clientas se lo tomaban con cierto buen humor. Nosotras dábamos la callada por respuesta y nunca nos dedicamos a discutir con manifestantes en la calle.

-Por lo que comentas, el control sobre el comercio de pieles es ahora mucho más estricto.

-Lo cierto es que en los años 80 no había control, ni en España ni en ninguna otra parte del mundo. ¿Se abusó en aquella época? Pues sí, se abusó porque había muchísima demanda y la demanda trae oferta. Después se tomaron una serie de decisiones y, ahora, existe una federación a nivel internacional que realiza un control exhaustivo de todas las pieles que se comercializan en el mundo, que se venden a través de subastas. Todas las pieles tienen que tener un origen controlado, lo que significa que cada piel tiene su número de referencia, la información sobre la calidad y el colorido… Una vez se asume eso, no debería haber más reparos en vestir con pieles que en comer pollo. Creo que el mercado de la peletería, ahora mismo, no es para nada abusivo.

«Detrás de una prenda de ropa que se vende muy barata siempre hay una explotación humana con unas condiciones laborales muy precarias»

-¿Crees que la consideración de las pieles como producto de lujo pudo favorecer también que emergieran ese tipo de críticas?

-Hay que decir que las cosas han cambiado mucho en lo que al lujo se refiere. Yo recuerdo una época en la que un abrigo de visón costaba lo mismo que un Mercedes. Ahora, en cambio, un visón cuesta lo mismo que un bolso de Gucci o de Hermès. Hoy en día, cualquier prenda de una marca de lujo es más cara que cualquier producto de peletería.

-En lo económico, vuelve a ser una época difícil para hacer funcionar un negocio.

-Estamos en una época difícil para todo el mundo. Los precios están totalmente desorbitados y la gente tiene que estar muy pendiente de su economía.

-Siempre se dijo que quienes viven en A Coruña visten muy bien. ¿Es A Coruña una ciudad propicia para que funcione un negocio de moda?

-Sí. En A Coruña siempre se ha vestido muy bien y a los coruñeses nos gusta mucho ir a la moda. Es, sin duda, una ciudad consumidora de moda.

-En general, ¿qué tal viste la gente hoy en día?

-Se ha cambiado mucho. Antes la gente se arreglaba más. Creo que hoy se ha impuesto la practicidad por encima de la estética y yo me incluyo en esa tendencia y, por ejemplo, no tengo inconveniente en venir a trabajar con tenis. La zapatilla deportiva se ha impuesto en el día a día hasta el punto de que la gente ya casi no compra zapatos. Ahora, todas las tiendas de calzado tienen una gran variedad de modelos de zapatillas deportivas de todas las marcas y, en cambio, de zapatos tienen poquísimos modelos. El zapato como tal está desapareciendo. Esto también ha llevado a que, en general, los zapatos que quedan sean de peor calidad.

Sonia Ríos

-Tú misma eres usuaria de las pieles y te vistes con prendas como las que vendes en la tienda.

-Por supuesto. Me encantan las pieles. Me gusta el calor que me dan y su suavidad al tacto. Y eso que cuando tenía 18 años y mi madre se empeñaba en ponérmelas, yo no quería. Pero todo tiene su época y ahora ya no concibo una forma de abrigarme que no sea a través de las pieles.

-Y a ti que las conoces todas, ¿cuál es el tipo de piel que más te gusta?

-No tengo una preferida en concreto, porque depende mucho del momento. Hay días que me gusta llevar un chaleco de zorro, otros en los que prefiero llevar un abrigo de visón rasado… También soy una apasionada del astracán. La verdad es que me gustan todas.

«Hace unos años, dos chicas y dos chicos completamente desnudos se pusieron a protestar (contra el uso de pieles) delante del escaparate de la tienda con pancartas. Tuvo que venir la Policía a retirarlos»

-¿Cuántas prendas de piel tienes en casa?

-Yo diría que unas diez y algunas de ellas eran de mi madre.

-¿Recuerdas cuál fue la prenda más cara que vendisteis?

-Pues sí. Las más caras que vendimos fueron una de piel de martas cibelinas y una de barrigas de lince. Aún estaba mi madre en la tienda y creo que fuimos la peletería que vendió más martas cibelinas de toda España. El abrigo de martas cibelinas costaba el equivalente a lo que ahora serían 40.000 euros. El de lince, haciendo también el equivalente porque en aquella época se pagaba en pesetas, valdría unos 22.000 euros.

-Imagino que los viajes a ferias y desfiles habrán sido otras de las experiencias gratificantes de tu trayectoria profesional como peletera.

-Pues sí. La verdad es que he viajado mucho. He estado en Nueva York, en China, en muchos países europeos y en Italia, en concreto, casi más veces de las que puedo contabilizar. A la feria de peletería de Milán he ido desde que tenía 16 años. En esos viajes no sólo íbamos a las ferias, sino también a ver el estilo de los habitantes de cada país, a contemplar los escaparates, a empaparnos de los mercadillos…

«Recuerdo una época en la que un abrigo de visón costaba lo mismo que un Mercedes. Ahora, en cambio, cuesta lo mismo que un bolso de Gucci o Hermès»

-Y ahora emprendes una nueva aventura con Laboratorio Vintage.

-Pues sí. Todo esto lo empecé a preparar con una amiga mía que se llama Paula a la que siempre le gustó mucho ir a mercadillos. Ya llevábamos unos dos años hablando de que nos gustaría montar una tienda vintage con ropa de segunda mano pero de calidad y con la que nosotras nos sintiéramos a gusto. Escogemos una a una las prendas que tenemos en la tienda y nos fijamos mucho en los tejidos y en si están bien cuidadas. No nos importan tanto las tendencias como que la ropa sea de una buena calidad y tenga un buen patronaje. Yo, como soy diseñadora, tengo un ojo muy clínico a la hora de ver si una prenda sienta o no sienta. Ahora tenemos que ver en qué franja se centra nuestro público para definir un poco más el target al que nos dirigimos. Por el momento, han venido a la tienda clientes de diferentes edades.

-Al centrarte en la calidad de los tejidos, mantienes un poco la filosofía de tu etapa como peletera.

-Así es. La calidad de los tejidos y la sostenibilidad, porque vender prendas de segunda mano supone contribuir a crear un mercado circular. Lo que me encanta cuando voy a buscar prendas es que encuentro cosas que hacía mucho tiempo que no veía, como lanas 100% puras, chaquetas de estilo británico, prendas hechas de un algodón mucho mejor que el que hay ahora… Al tocar esas prendas, se nota que son diferentes.

«Hoy se ha impuesta la practicidad por encima de la estética y yo me incluyo en esa tendencia y no tengo inconveniente, por ejemplo, en venir a trabajar con tenis»

-¿Este nuevo comienzo supone dejar atrás por completo la rama de la peletería?

-Yo creo que no tengo que renunciar a nada y que ambas cosas son complementarias. Es cierto que no voy a hacer cada año una colección diseñada por mí, como hacía para la peletería, pero sí me quedo con la estructura de talleres que tengo y voy a seguir haciendo arreglos y encargos a medida.

-¿Estás contenta con el arranque del negocio?

-Sí, estamos muy contentas, aunque sólo llevamos un mes y una semana. Ya hemos tenido que reponer mercancía porque se nos agotaron algunas prendas. Que haya que reponer siempre es una buena señal.

peletería

Test rápido a Sonia Ríos

-Una ciudad.

-A Coruña.

-Una comida.

-Huevos fritos con patatas.

-Un libro.

Los pilares de la tierra, de Ken Follett.

-Una película.

–Tengo varias, pero una de mis películas favoritas, aunque decirlo hoy quizás sea políticamente incorrecto, es Lo que el viento se llevó. Cuando yo la vi por primera vez, con 15 años, todavía nadie la había calificado como racista. Otra película que me gusta mucho es Memorias de África.

-Un grupo de música o músico.

-Genesis.

-Una canción.

Somewhere, de Barbra Streisand.

-Un personaje histórico.

-Voy a decir dos: Concepción Arenal e Isabel La Católica.

-Una afición.

-El cine.

-Una fobia.

-Las arañas.

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