En los tiempos modernos, nos hemos acostumbrado a encontrar en los supermercados aperitivos con los sabores más diversos y extraños, pero nunca antes se había generado tanto revuelo como con las patatas fritas con sabor a vagina que comercializa la empresa lituana Chazz, un producto que, tal y como indica la bolsa que las contiene, es para mayores de 18 años.
Cebolla, ajo, azúcar, nata agria, limón, laurel y un toque de perejil son los ingredientes con los que la empresa Chazz pretende emular el sabor de una vagina. Al margen de que ese objetivo gastronómico se consiga con mayor o menor éxito, lo que está claro es que la compañía ha logrado que se hable de ella y de su polémico producto en todo el mundo.
Según explican los creadores de este aperitivo, genios del marketing para unos y personas de indiscutible mal gusto para otros, las Pussy flavour potato chips son «patatas con un sabor único, para gente valiente y libre». Además, Chazz añade que degustarlas es toda una experiencia para los sentidos.
«Después de probarlas, recordarás tus más salvajes aventuras sexuales, tu primer amor verdadero e incluso perderás tu virginidad oral», explica la empresa para vender un producto que ya está disponible en la página web de Chazz a un precio de 9,99 euros.
Crítica a la falta de contacto humano
La creación de estas patatas obedece al deseo de la empresa Chazz de animar con un producto rompedor a que las personas, en una sociedad dominada por las redes sociales y las conversaciones a distancia, recuperen el interés por el contacto humano y de hacerlo, al mismo tiempo, con una buena dosis de originalidad y sentido del humor.
«Es un modo perfecto para poner a prueba la apertura de mente y el sentido de humor de tus amigos», comenta Chazz sobre unas patatas que, según precisa y en consonancia con el cuidado de la diversidad, están dirigidas tanto a hombres como a mujeres, a las que anima incluso a que colaboren en el objetivo de lograr un sabor cada vez más similar al de una vagina.